22 octubre 2008

DE SAN LUCAS A SAN BLAS, TIEMPO DE IMPÁS.


Rivera con un toro de Juan Pedro.


Por José Cisneros.
Con la llegada de San Lucas acaba la temporada taurina 2008. Mientras llega la próxima es tiempo de análisis, de entrega de premios a toreros y ganaderos, conferencias taurinas, tertulias y sobre todo de disfrutar del invierno taurino en el campo, herraderos, tentaderos o tertulia ganadera junto a una chimenea con leña de encina, en definitiva es tiempo de seguir disfrutando de una forma distinta del TORO, llamémosle así.
Este año dentro de la provincia he podido "sentir" alguna que otra buena faena, eso sí; siempre con el medio toro lógico dado la categoría de plaza a ser lidiado, pero no así en cuanto a su ostensible manipulación córnea, vamos; afeitados descaradamente hablando en plata y para que todos nos entendamos. Pero por desgracia para este espectáculo, lo que más he hecho es divertirme. Me he divertido cuando he escuchado voces como: ¡muy bien guapo, que bien toreas!, cuando lo que hacía el diestro era pegar un trapazo en línea recta dejando un hueco entre torero y toro donde cabía su reata entera. Cuando he escuchado pitos sin tan siquiera llegar el toro al peto del caballo e increpar con insultos más de bárbaros que de personas civilizadas que no entienden el sentido de la Fiesta y mucho menos la suerte de varas. Cuando he escuchado ¡que toro más grande le han echado al pobre muchacho! y, el verdadero pobre y mártir era el toro, vertiendo un hilo de sangre por la punta del pitón más abundante que el provocado por la puya, un toro al que han afeitado y manipulado hasta la saciedad sabe Dios las veces hasta llegar a lidiarse en una plaza de pueblo por un torero sin vergüenza al que tildan los grandes cronistas (no así los escasos críticos) de "figura del toreo". Cuando he visto dar orejas tras varios pinchazos y descabellos, teniendo algunos diestros la osadía de salir por la Puerta Grande en olor de esa multitud conformista y triunfalista, llegando a creer que el único equivocado era yo. Cuando me han contado que un Presidente muy convencido, a su llegada al sorteo era él quien quería hacer los lotes de los toros a lidiar en el festejo.
Y digo por desgracia, porque esta Fiesta tan nuestra y única a la vez no está hecha para divertimento sino para emocionarse y, puedo asegurarles que lo que más he echado en falta ha sido precisamente eso, la emoción por el disfrute de la belleza del toro en plenitud, del buen toreo, de la seducción que provoca ver la lucha entre un toro bravo y un hombre vestido para tan singular ocasión.
Este espectáculo salvo en raras excepciones está resultando ¡de pena!, no puedo conceptuarlo de otra manera cuando de siempre los toreros, hombres a fin de cuentas, han sido reverenciados, vistos distintos a los de cualquier otra profesión, queridos, respetados y admirados por sus semejantes, pero cuando llegado el punto se escucha una voz desde el tendido diciendo ¡eso lo hago yo!, es que algo falla y empieza a ser preocupante.
Pero cuando más me he divertido es cuando D. José López, Presidente de la Plaza de Toros de Úbeda, al parecer propone o decide (dudo si lo habrá hecho efectivo) denunciar a los mulilleros cuando llevados por la picaresca taurina tardaron en demasía el arrastre de un toro con el fin según su opinión, que la petición de oreja acrecente y de conseguir el trofeo, estos reciban un dinero del espada de turno. Razonable decisión sería si no hubiera argumentado "AQUÍ TODOS CUMPLIMOS" y ellos tienen que hacerlo de igual forma. El designado para hacer cumplir las normas debe ser el primero en dar ejemplo y cumplirlas y en este caso no ha sido así, este señor no ha respetado ni al toro ni al aficionado.
1º.- Artículo 37.6, el público debe ser informado de los toros que han sido aprobados o rechazados y el motivo de tal rechazo por parte del equipo veterinario de turno y que van a ser lidiados.
2º.- Artículo 30.1, Los cuernos de las reses de lidia en corridas de toros y novilladas con picadores estarán siempre íntegros. (No se especifica categoría de plaza)
Ninguno de estos dos artículos fundamentales se ha llevado a la práctica, siendo el Presidente la autoridad que dirige el mismo (art. 18.1). El aficionado no tiene porque seguir aguantando ni un solo toro, ni uno; que no salga integro al ruedo sea cual sea la categoría de la plaza y ser previamente informado de lo que se le ofrece, pero…..AQUÍ TODOS CUMPLIMOS.
El señor José López debería ser valiente y consciente de su ineptitud para el cargo que ocupa y presentar la dimisión para la próxima temporada, quedaría como un señor ante su pueblo. Pero aquí al parecer no se dimite y por contra se cesan a Presidentes en su mayoría pertenecientes al C.N.P. probablemente para que la Fiesta de los Toros no esté regida por un estado policial, ¿de qué forma habría que catalogar la regencia de estos señores? A todo esto nos ha llevado el tan cacareado Reglamento Taurino de Andalucía en sus tres temporadas de vigencia y, lo que nos quedará por ver si los responsables de estos nombramientos no toman cartas en el asunto.
Pero el equivocado soy yo por nadar contra corriente, por denunciar Presidencias presuntamente consentidoras de fraude y que por efecto "dominó" pudieran salpicar a quienes las nombran si en lo sucesivo no ponen fin a estos nombramientos. Quede bien claro que todo ello lo digo "presuntamente", llevado quizá por un acto de hipocresía, lo digo presuntamente porque no lo puedo demostrar, presuntamente porque las reses tras el proceso vital de la vida ya están sirviendo de abono en el mejor de los casos. Todo ello es presunto, presunto porque no se han hecho las pertinentes comprobaciones técnicas en su momento para certificarlo oficialmente, de asegurarlo sin presunción podría correr la misma suerte que los aludidos mulilleros, así de esta manera tan repetidamente "presunta", queda el Presidente como un señor y yo como un ingenuo, además de enemigo de la Fiesta.
Tras el cierre de la temporada solo queda la esperanza que en la siguiente todo esto empiece a cambiar por el bien de la Fiesta, que sepamos respetar a los toreros y al toro bravo, que ese "Jurado Popular" al que muchos creen moderno (en algunos casos lo es) y en los toros es tan antiguo como la propia Fiesta juzgue con verdadera equidad las faenas que se realizan en los ruedos y que los nombrados para defenderla cumplan como deben el Decreto que les obliga a ello.

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