12 julio 2007

RAZONES PARA EL DESANIMO

SAN FERMIN. MARQUES DE DOMECQ, quinto encastado. JESULIN, silencio y ovación tras aviso. CASTELLA, silencio tras aviso y ovación tras aviso. TALAVANTE, silencio tras aviso y silencio.

RAZONES PARA EL DESANIMO
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio

Talavante se mueve en un filo muy peligroso a estas alturas de temporada, no sé si se merece el crédito que la gente le está dando porque después de hoy tengo razones para el desanimo. La única justificación la ha tenido en el toro que cerraba plaza que ha sido un toro desabrido. Cabeceó el peto después de haber dado un batacazo de latiguillo al caballo Pío, e hizo igual en la muleta, el primer muletazo se lo tragaba pero el segundo cabeceaba en la barriga del torero, sin embargo, tengo mis dudas de lo que hubiera pasado si una vez, solo una vez, le hubiera bajado la mano para procurar su dominio y domeñar el calamocheo. Quizás no, pero ¿y si? Pero en el tercero no tuvo justificación. Primero porque se dejó el toro crudo. Segundo porque los banderilleros pegaron un mitin de órdago. Tercero porque comenzó la faena por estatuarios que es un muletazo que solo se debe emplear cuando uno está muy seguro de qué toro tiene delante y cuarto, ahí va la batería de razones para el desanimo: Dejaba huecos entre el toro y él. Huecos enormes. Embarcaba mal al toro para conducir su viaje. Usa y abusa del pico de la muleta. Lo lleva a media altura. Lo cita al hilo del pitó en el sentido más horrorosamente perfilero, no se centra ni hace intención, aburre al toro que es lo peor que puede ocurrir en una conversación, y lo peor de todo, lo peor, peor, es que se cree que encima lo hizo bien. ¡Apaga y vámonos! ¡Ah! Tengo que decirlo pues es una de mis cruzadas: no mató al tercero. Lo descabelló y eso debería tener multa.

Exactamente igual que Castella que hizo lo propio con el quinto. Dos pinchazos y descabello. Multa. Y más multa por pinchar una faena buena de muletazos limpios por el pitón izquierdo y cuatro series por la derecha en el tono del francés pero si cabe más centrado y ortodoxo que algunas otras tardes. Con el segundo estuvo mal. No le cogió el aire a la embestida del toro y estuvo muy ido en el tiempo que le duró. Perdió cuatro veces la muleta, que es cosa muy seria porque es la herramienta de trabajo de un matador. ¡Y matando un mitin!: pinchazo yéndose, media y seis descabellos.

Jesulín de Ubrique que se despedía de Pamplona, estuvo aseado y templado en el trasteo del primero. No lo vi nunca metido en la faena a pesar de los muletazos que dio. Y tampoco lo vi en la del cuarto que sí fue de oficio, de temple otra vez, pero sin alharacas, muy a su aire, sin ajuste. Eso, como que se está yendo ya. Por cierto, otro que debían multar porque al cuarto tampoco lo mató, lo mechó con dos pinchazos sin querer, otro más y un descabello. En el primero mal también con la espada: se le avisa antes de entrar a matar, pincha y luego media trasera y caída.

La corrida del Marqués de Domecq fue corrida de orejas y los toreros no fueron capaces de cortárselas. El primero se lesionó en la mano izquierda y fue sustituido por uno de la ganadería de Toros de Casa Domecq del mismo encaste que la titular, que recordemos es encaste propio. Basto pero bueno y noble. El segundo no se debió lidiar porque no tenía la edad reglamentaria, era un utrero. Estaba sin rematar y se dejó. El tercero, terciado pero bueno para la muleta. Cuarto sin rematar pero manejable. Quinto correctamente presentado y emocionante, con chispa. Y sexto, el más cuajado del encierro pero desabrido en la muleta.

¡Aquí paz y allí gloria!

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