Cinco orejas y dos puertas grandes es el balance numérico de lo pasado hasta ahora en los primeros siete días de San Isidro. Matías Tejela y Pepe Moral, un matador y un novillero, han logrado hacerlo en labores bien distintas. En lo que se refiere al juego de las ganaderías sin duda alguna queda por encima el juego de la novillada de Guadaira, muy apta en líneas generales para el triunfo.
Por David Plaza
La feria arrancó con una decepcionante corrida de Martelilla, que no tuvo bravura ni clase. En este pequeño naufragio sólo flotó Fernando Cruz con una buena actuación que no pasó de ahí. Ferrera se lució por momentos en el tercio de banderillas a su segundo toro, mientras que Encabo pareció alma en pena.
La segunda tarde había desatado el morbo por ver qué torero salmantino se llevaría el gato al agua. Ninguno de ellos lo logró, López Chaves puso voluntad y un pésimo uso de la espada, Gallo se arrimó en la muy corta distancia, mientras que Capea de nuevo fue Perico con un toreo desechable. Los toros de Lagunajanda, sin fondo unos y otros flojos. Salieron dos sobreros de Pereda y Espartaco muy vulgares, como la tarde.
La tarde del 12 inauguró marcador y fue Javier Valverde el encargado de sumar uno al contador de orejas. El torero de Salamanca se llevó un trofeo después de una faena dispuesta, voluntariosa y que cerró con una estocada de la que salió trompicado. Este último hecho llevó a que el público pidiera con caridad la oreja. No hizo lo mismo con el buen tono mostrado por Juan Bautista, cuya primera actuación rozó a un muy buen nivel. Iván García se fue como vino, le toca esperar, ardua tarea. La corrida de Javier Araúz de Robles dio distinto juego con un gran toro, el primero, y otros dos dejándose, cuarto y quinto.
José Escolar Gil envió una corrida incompleta que hubo de ser remendada con dos parches de Hernández Plá. Si salvamos un poco la bobona y no entregada embestida del primero de Escolar y la picante, bruta, pero noble embestida del sexto de Hernández Plá, la corrida fue como las batallas encarnizadas protagonizadas en la guerra de Corea. Aquello no tenía lidia posible. A este colmo el público le puso una demagogia salvaje, querían que aquellos toros se les dieran naturales y derechazos. Toreo bonito para toros malditos. El Fundi salvó con dignidad la papeleta, Ramos las pasó muy canutas y Robleño volvió a rememorar su alma guerrera en una actuación digna, afanándose en sacar muletazos milagrosos. Incomprensiblemente no le dieron la oreja después de matar en todo lo alto al sexto; dio la vuelta al ruedo.
Guadaira ha echado hasta ahora el encierro más completo de la feria, tuvo que ser una novillada otra vez la que hiciera las delicias del público. Dos novillos fueron muy ovacionados y uno aplaudido. Con este material Pepe Moral sorprendió a casi todo el mundo. Este chaval sevillano de apenas 20 años venía a Madrid sin apoderado y estoy seguro que en poco tiempo le van a salir candidatos como setas. Cuajó dos faenas muy buenas, llenas de toreo largo, hondo y con mucho poderío. Hasta ahora este año la sensación de los novilleros es él. Lamentablemente para él, Pérez Mota no justificó ser el líder del escalafón, mientras que Emilio de Justo se llevó el peor lote.
La corrida del patrón se quedó coja por la baja de Talavante, cogido en Valladolid días antes. Vino Curro Díaz a sustituirle, recordemos que en corridas previas a la feria había cortado dos orejas a un toro de Los Recitales. Díaz, de Linares, Jaén, a punto estuvo de refrendar aquel éxito, pero todo se desvaneció con la espada. Sorteó uno de los dos buenos toros de la corrida de Cuvillo y lo aprovechó a medias. Para mí que le faltó romper más para dentro y también le sobró suficiencia, demasiado fácil o seguro de lo que se traía entre manos. Al final la espada se llevó todo. El otro toro -y que gran toro- le tocó a Capea. Este chico apostó por el toro, le dio sitio, ligó, pero allí no pasó nada más, no hubo ajuste ni estética. Las embestidas profundas del bravo Cuvillo se llevaron por delante, como sólo lo hacen los tornados, las esperanzas de triunfo. Horas antes había dicho pedirle a Dios un buen toro y no cayó en lo que decía Belmonte, que Dios te libre de un toro bravo. Morante casi se quedó en convidado de piedra, pero, amigos, ese casi fueron tres verónicas y un quite por chicuelinas excelso, maravilloso, qué ritmo, cuánta cadencia.
La corrida de Toros de Salvador Domecq, remendada con uno de Pereda, no dio para muchas monsergas, pero su honor lo salvó el picantito estupendo del tercero. Con él se esforzó Matías Tejela, sometió por abajo las embestidas, apostó haciendo un esfuerzo por sobreponerse a su mal momento impresionante. Ese fue el mérito de Tejela, que cuajó muy buenos momentos. Mató bien y la oreja fue muy justa. La oreja que no debió ser, aunque fuera pedida, es la que cortó al sexto. Allí se vio a un Tejela agarrotado, tenso y con demasiada ansiedad por salir en hombros. El toro de Pereda tenía muchos problemas y eso exigía tranquilidad y conocimiento. Una faena con demasiados bajos, con excesivos cambios y muy larga. Mató eficazmente y entonces llegó la polémica. Por allí no pasó más que César Jiménez mejoró al menos su actitud a la que tuvo en la corrida del 2 de mayo y que Serafín Marín está en niveles muy bajos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario