MADRID, 2 DE MAYO. VICTORINO: con guasa. UCEDA LEAL: al tercio y silencio. CHAVES: saludos y aplausos tras aviso. JIMENEZ: pitiitos y silencio.
LA GUASA DE VICTORINO
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio.
Victorino tiene guasa. La guasa de Victorino se la ha permitido el publico de Madrid que no ha dicho ni "mu" ante tremenda bueyada. La fama de este ganadero tapa mucho. Cría fama y échate a dormir y eso hubiera hecho el de Galapagar de no ser por el frío de la tarde. En realidad a Victorino le hubiera venido bien una fuerte pita a modo de cura de humildad.
Victorino Martín le ha colado a los madrileños lo que le ha dado la gana. El tiene que hacer el papel, no podemos esperar otra cosa de un tratante de ganado. Lo primero que hacen los tratantes que se dedican al comercio de la carne es tener el producto bien comido, bien limpito y arreglado, para que entre por el ojo al comprador. Después te dice: arrímese que no le voy a comer... y ahí es donde comienza el embauque... bueno la corrida es que es una señora corrida de toros... es que hay que ponerse en el sitio... y claro como es un ganadero con estrellas en esta y otras plazas de toros pues nos creemos la venta de la burra y no le decimos:
.- ¡quiá! Si han sido unos moruchos.
La corrida de Victorino ha sido una moruchada. El primer toro y el quinto fueron de más a menos, de posibles a marrajos. Que el tercero tuvo un pitón izquierdo al que se le adivinaron algunas posibilidades. Que el sexto fue un toro bueno aunque en Victorino y que también hubo dos alimañas: segundo y cuarto. Pero la verdad es que ninguno terminó, con sus cositas, rompiendo "palante", ni para bueno, ni para malo. A Victorino Martín la afición le da patente de corso y él va y se convierte en un pirata.
Cada día esto de las goyescas se parece más a un teatro en el que cuenta el vestuario, lo demás no, pero las telitas sí. Hay vestuario discreto como el de Chaves y Leal y hay vestuario hortera como el de Jiménez. Luego el vestuario de la goyesca moderna dista mucho de ser el que se usaba en los tiempos de Goya. Hay detalles que se usan, la redecilla en muy contadas ocasiones. Hoy la llevaba un subalterno. La faja más grande y de cuero. Y puestos a ser exigentes los caballos sin peto y los picadores sin pata de hierro y mona. O lo hacemos bien o no lo hacemos y si lo hacemos a medias tintas no dar tanto bombo al asunto de la corrida goyesca.
A Cesar Jiménez le sentaba como un tiro el traje de Montesinos, le hacia arrugas la taleguilla en el culo. Feísimo estaba el madrileño con esa cosa tan oscura que parecía un caparazón de tortuga golpeado con botonadura blanca. En realidad el terno era un bodrio de este modisto. ¡Claro que hoy en día a cualquiera le llaman estilista! Estilista, que no modisto, o sastre que es su nombre. Igual que la tontería del esnobismo de la cocina moderna que te oxigenan el huevo y te han fastidiado el huevo frito en aceite de oliva, con mucho aceite, papas fritas y un chorizo.
En lo referente al toreo, Jiménez equivocó el paso y su inclusión en la corrida. Joselito se equivocó con ponerlo aquí. A este torero le quita más que le da y Jiménez no está para probaturas. Si no está esta temporada nos olvidaremos de él. No sabe entender estos toros. Al tercero con un buen viaje por el pitón izquierdo le dio por echarle la muleta arriba, la engancha y la estropea. Como no le mandó el toro quiso llevárselo por delante cuando lo pasaba por el derecho. Estocada delantera. En el sexto ni se enteró de las posibilidades del animal. Acomplejado, sin ideas y con la cabeza caliente no se percató del buen pitón derecho, claro que citando fuera de cacho y poniéndose delante sin convicción malamente podía ver nada. Dio un mitin en el trasteo y con la espada.
Si cierto es que el cuarto no tuvo posibilidades también lo es que Uceda Leal remataba los muletazos, los pocos que dio, por arriba y así los de Victorino no dan cuartel. En el primero pecó de listo tratando al toro como si fuera una churra. Estuvo valiente pero las quince arrancadas buenas que tuvo no las vio, se las pasó acompañando. Después desarrolló el toro.
Cuando he tratado de moruchada a la corrida lo he hecho en el doble sentido de demeritarla, como "castigo" por quedarse el ganadero con nosotros aprovechándose de nuestra buena voluntad para con sus toros y porque en realidad el segundo toro fue un morucho de libro. Manseó en varas como queriendo y no queriendo. El primer par de banderillas lo tomó enterándose, el segundo esperando, el tercero midiendo. En la muleta ni peligro ni nada. Parado, esperando. Chaves estuvo muy firme y valentón toda la tarde especialmente con el quinto. Pero solo eso, porque en realidad le falló la cabeza. Le robó muletazos por el derecho pero también tomó sus precauciones y por el izquierdo se quitaba antes de que pasara el toro. Mitin con los aceros en este último.
¡Aquí paz y allí gloría!
1 comentario:
El segundo de López Chaves cambió a lo largo de la lidia, porque en el capote algunas veces metía la cara por el izquierdo, pero llegó a la muleta sin tener ni uno por ese pitón, demasiado hizo con ponerse por ese lado a sabiendas de lo que había.
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