29 mayo 2007

LA LIDIA


SAN ISIDRO. AGUIRRE, mansos. EL CALIFA, silencio y aviso y silencio. RAFAELILLO, avisado y al tercio, avisado y vuelta. ESCORIAL, aviso y silencio y silencio.

LA LIDIA
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio

La lidia es un concepto amplio que abarca todas las maniobras para someter las acometidas de los toros. Sin embargo una parte de la lidia con el tiempo se convirtió en arte, que como expresión del sentimiento caló entre la afición. Quizás por ello en la tauromaquia moderna nos referimos a la lidia antigua cuando queremos referirnos a la que le daban nuestros mayores a los toros de antaño.

La corrida de Dolores Aguirre fea y justa de presentación (el porte de los toros nada tenía que ver con el trapío del encaste) fue mansa y como tal había que haberla tratado por los espadas. Pero no, estos espadas modernos se empeñaron en ponerse bonitos desde primera hora y claro la cosa no funcionó. El primero manso de solemnidad, el segundo manso a secas, el tercero mansote, el cuarto manso correoso, el quinto mansurrón y el sexto mansito descastado. La corrida de Dolores, era para dar dolores al personal y además para lidiarla. Yo diría que otra de universidad para enseñar las distintas variedades de mansedumbre. Pero las actuaciones de los toreros, excepto Rafaelillo no fueron de universidad. Más pronto que tarde quiero explicarme.

Que no hubo posibilidades de lucimiento queda claro. Y eso ocurrió con el primero al que El Califa no pudo darle ni un muletazo, pero tampoco era necesario que se los diera porque, aun siendo respetado por el publico, en el cuarto, (no digo ya al primero, aunque también) bien podría haberse doblado con el, primer acto del toreo antiguo, el de lidiar. Después haberle tocado las orejas en un trasteo por los pies, la cosa hecha con arte y torería y por ultimo haberle tocado los costillares con enjundia, que en eso se basa el toreo sobre los pies de la época de Joselito El Gallo. Ya sé que eso no se enseña en las escuelas, pero a la torería debía salirle de dentro. En El Califa y en Gómez Escorial he echado de menos ese toreo. Y Escorial pudo haberlo hecho también en el tercero, y más y mejor que el toreo antiguo porque el toro tenía posibles pero el chaval que acudía a Madrid infiltrado acusó el chute que le hizo perder las ganas y la ilusión. Bueno que le creí recuperado en el sexto con el que se dobló por bajo al principio de la faena pero que luego se equivocó al quererse poner bonito e imitar en lo posible a Rafaelillo, y claro eso era meridianamente imposible porque Rafaelillo estuvo toda la tarde en profesional. Muy firme con el segundo arrancando muletazos imposibles tanto, y con tanta verdad que al pasarlo por el izquierdo el toro solo le permitía un natural y medio y a pesar de eso lo repitió por dos veces. El quinto desarrolló peligro por el pitón izquierdo pero se dejó por el derecho. Anduvo valiente y consiguió los mejores momentos de la tarde ya que antes de irse rajando el toro que tenía emoción la confirmó el murciano. Lo incomprensible para Madrid es que se ovacionara al arrastre a ese toro que no fue bueno, ni manejable, ni noble, ni nada, porque fue el muchacho el que puso más lucimiento para ese marrajito.

Por cierto la ganadera debería mandar al matadero al o los sementales de esta corrida, cuando no a las vacas que también habrán tenido su culpa.

¡Aquí paz y allí gloria!

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