El sardo sexto Torrestrella tuvo un buen pitón izquierdo
TORRESTRELLA, FALTA CASTA
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Es cosa de que la gasolina, ahora muy cara, tenga más octanaje. Da más fuerza al motor, y dura más. Ya sabemos que los toros comen. Los de Alvaro Domecq, bien comidos estaban, pero les faltaba casta. Ese principio universal de la bravura que nos lleva a ver el espectáculo de la emoción en el toro. Al igual que la corrida de Bohórquez ayer, hoy la de Torrestrella hubiera valido para los pueblos pero no para Madrid. Pero aún así debemos consignar el progreso de recuperación del encaste Torrestrella. El sexto toro quedó inédito pero tenía un buen pitón izquierdo. El primero aunque a media altura embistió pero se apagó. El segundo más terciado fue de más a menos. El tercero se dejó en soso. El cuarto muy noble. El quinto el garbanzo negro, no rompió. En realidad otra corrida que se fue con las orejas puestas porque los toreros no pisaron el acelerador. El Payo, mejicano, ausente. Si Aparicio le puso cara al miedo los otros días. El Payo le ha puesto cara a la negación torera. ¿Miedo? Claro, pero ese es otra clase de miedo que se determina en la desilusión y en consecuencia, en la depresión, en la impotencia, que como es evidente le lleva a un proceso mental obtuso.
El caso de Juan Bautista nada tiene que ver con lo anterior. Ese es un caso mental que atañe al raciocinio, al discurrir, a la inteligencia neocortical, porque estando aseado en su primero no dio el paso definitivo, que no ponía el toro, para reventar aquello. Y en su segundo el trasteo fue insuficiente, por no verlo, eso, un punto más allá de lo que fue.
Matias Tejela echó buena tarde. Estuvo a punto de cortar una oreja, pero dio una meritoria vuelta al ruedo. Toreó a la verónica, segundo matador en la feria que lo hace, quitó garbosamente y dio una media verónica abelmontada que quitó el sentío. Animó al picador Briceño para hacer la suerte bien, y en la faena de muleta estuvo bastante entonado pero se le protestó la colocación. Le anoté un par de pases de pecho de antología. Mató de gran estocada y al presidente le cayeron dos buenas broncas por no conceder la oreja. En el quinto, el único de la tarde que no rompió, estuvo decidido solo que quizás, y digo quizás, habiéndole dejado la muleta en la cara a la vez que perdía unos pasos, se le hubiera ayudado al toro a dar lo que parece ser que no tenía.
¡Aquí paz y allí gloria!
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