El sexto de El Montecillo embistió
FANDIÑO APAÑA LA TARDE
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Después de un recital de mansadas provenientes propiamente de los mansos que salían al ruedo de Las Ventas. Mansos que atendían por diferentes nombres puestos por su criador, Francisco Medina, alias El Montecillo, salió el sexto, también zambombo, como el cuarto, y se fue al picador arreándole tal sopapo al caballo (un sopapo de 622 kilos) que del latigazo el hombre se derramó por los amplios lomos del burel. El a tierra. El caballo echándole el costado al toro. Nada pasó. A Dios gracias. Luego en banderillas galopó arreando a más pero dejándose, y como los dos primeros tercios no mienten, por eso son tan importantes, en la muleta, embistió. Preces al altar, y besitos a los niños, por la alegría en los tendidos. El semoviente se movía tirando el pedazo de cornamenta a la arena. De más a menos, pero poco le importó al vasco Fandiño que se lo comió con papas, hasta no poder más. No es que fuera la faena de su vida en Madrid, pero era la faena de la tarde que con su acierto con la espada caída y efectiva, se llevó su orejita. Bueno con propiedad hay que decir orejaza pues era la de un toro de 622 kilos. Otro basto tercero sorteó Fandiño en tercer lugar, bruto, orientado, malo.
Hubo otro toro que se movió, un manejable segundo, pero soso, muy soso, mas en novillo gordal, al que Cesar Jiménez lo trasteó al hilo del pitón, a veces descolocado, porque el toro se iba de la suerte, y pendiente, muy pendiente de las recriminaciones del publico con respecto a los cites y su despegue. En realidad lo que le hizo, en la escuela de la tauromaquia se enseña, mal pero se enseña, a casi todos los chavales y en casi todos los supuestos. Aquí con este sosón, valía la opción de torear en paralelo para que le embistiera el marrajito. El quinto que brindó por cortesía, no porque confiara en sus embestidas, a la infanta Elena, invitada a la corrida de la prensa, muy descastado, e imposible.
Se lamentaba insistentemente El Cid, con improperios escatológicos sobre la dudosa servidumbre sexual de su madre. La madre del toro se entiende, que hizo primero. Un toro que si fuera cable de electricidad, bien podríamos decir que sufrió una fuerte caída de tensión. Brusco, manso, rajado. El cuarto, se dejó sin gracia, hasta que se le fue la luz siguiendo el símil de la tensión eléctrica.
Solo añadiré de la corrida del Montecillo, que fue desigual, bien puesta por delante pero que fracasó en Madrid. El ganadero debe flagelarse en penitencia, todas las noches, rezar un rosario antes de dormir, y escribir cien veces cada día: “tengo que seleccionar mejor”
Se guardó un minuto de silencio por la muerte de José Gómez “El Gallo”, el verdadero Joselito que murió en Talavera.
¡Aquí paz y allí gloría!
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