SOSERIA IMPERANTE
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Era la primera de la feria de San Isidro. Algunos ilusos entre los que me encuentro, ¡qué le vamos a hacer, cosa del romanticismo! pensamos que esta feria es el escaparate de la tauromaquia mundial, y vive Dios que la de hoy no quisiera que fuera como escaparate de nada. Todo soso, muy soso, sin nada de sal y de casta. Los cinco toros de El Cortijillo, y el remiendo cuarto de Lozano Hermanos, para quemarlos en una pila funeraria porque ni la carne, amarga, ¡seguro! sirve para saciar el hambre.
Dice y predica con un criterio magnífico, de rancio ganadero de caballos y vacas, José Manuel Durán Gallardo, que así como la yegua es la que pone, en el vacuno el que lo hace es el toro. No le falta razón a José Manuel, compañero socio en la Unión Española de Ganaderos de caballos Hispanoárabes, por su experiencia y por la experiencia de los Hermanos Lozano en esta primera corrida de los isidros. Las vacas, madres de los seis lidiados serán lo que sean, pero aquí pinta que las cubrió un semental que no ha ligado. Peor sería que los lotes hubieran venido abiertos por varios sementales y entonces los Lozano no tendrían un problema, fácilmente (dentro de lo que la llevanza de una ganadería permite ser fácil) solucionable, sino que tendrían un problemón para solventar.
Se sabe que en esto del toro nada es fácil, y que donde hoy hay fracaso mañana hay triunfo, por consiguiente lo único que queda es trabajar y trabajar.
Lo cierto es que hoy Antonio Nazaré que confirmaba la alternativa, y Leandro, que venía a dar un paso al frente después de sus aciagos accidentes, se han estrellado y no volverán a tener más oportunidades en esta feria.
El torero de sevillano además de su bisoñez se ha traído a Madrid, voluntad, tesón, descolocación, pesadumbre en su primero, y se ha llevado algunos pititos de los disconformes con la colocación en el toro más potable que fue el de su alternativa madrileña.
El vallisoletano ha puesto los detalles, algo de ingenio al enseñar a embestir al tercero por el pitón que protestaba, el izquierdo, y un poco de vidilla en las primeras tandas por el pitón derecho a ese toro. Con el abúlico quinto, solo disposición.
Miguel Abellán, el eterno madrileño en su casa una temporada más, nos ha dejado los apuntes claros y diáfanos de su profesionalidad en el segundo de la tarde al que le hizo embestir a pesar de la poca clase y casta del toro. Con el rajadísimo cuarto lo intentó sin éxito.
Mucha fachada en los toros para tan poca casta.
Miguel Martín saludó tras banderillear al tercero.
¡Aquí paz y allí gloria!
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