14 mayo 2011

UNA ANTIGÜEDAD MANSA

Foto de lanzadigital. Toro de El Montecillo

SAN ISIDRO 2011. 14 DE MAYO PLAZA DE LAS VENTAS.

Agustín Hervás

Onda Cero Radio

Toros de El Montecillo, que coge antigüedad al debutar en Madrid. Primero noble y bueno en la muleta, manso en varas. Segundo bueno que se apaga. Tercero descastado en bobo pitado. Cuarto descastado, se raja, se pita. Quinto descastado que no embiste. Sexto descastado de media arrancada y deslucido. Uceda Leal, ovación que saluda y silencio. Iván Fandiño, oreja y gran ovación que la saluda. Miguel Tendero, silencio y silencio. Llovió hasta el cuarto toro.
Tomaba antiguedad la nueva ganadería de Paco Medina y todos nos las prometíamos espléndidas. Pensábamos que embestirían como la anterior, aquella que le vendió a Fidel San Román, y se quedó tan a gusto. Pero el petardo ha sido de órdago a la grande. En varas, suerte de la bravura de los toros, petardo. Es verdad que no hubo que fogear a ninguno, pero no estuvieron a la altura, y en la muleta, salvo los dos primeros que se dejaron, el resto descastados, mansitos, mansos, que se negaban a embestir. Pero me da a mi que al señor Medina, tanto le da, porque conque le salgan en cada corrida dos o tres para ejercer el toreo moderno, signo de las embestidas de los dos primeros, ya tiene el triunfo asegurado en plazas de pueblos. A vender y a la buchaca.

Uceda, toreó mejor al natural que con la derecha, aseado y estético pero nada profundo al primero de la tarde. Con el cuarto parecía como que no necesitaba hacer un esfuerzo. Este toro era de moneda, o no, que es lo que hizo Uceda, o si, que es lo que debería haber hecho, allí en las tablas. ¿O sería la primera vez que se hiciese esto?

Fandiño toreó bien al natural y cuajó el segundo toro, con decisión y ganas de comerse este mundo cadavérico. El vasco promete y da honor a su tierra. En el quinto estuvo con ganas y dispuesto a morir si fuera necesario. Madrid aplaudió su disposición y su espada. Porque debe decirse que tanto Uceda como él han recetado estocadas que para sí las quisiera el mismísimo Rafael Ortega. Esto es haciendo honor a su profesión de matador de toros y no de maltratadores de felpudos que ahora son la mayoría de los de la profesión.

Tendero, nada, no pudo hacer nada pese a que lo intentó en su lote.

¡Aquí paz y allí gloria!

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