Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Sexto, el mejor del encierro
Primer cartel de relumbrón de la feria y lleno. Expectativas cumplidas. Una vez más la dinámica taurina marca el camino empresarial. Luego que cada uno juegue con su cuenta bancaria.
Hoy llegaban a La Malagueta los toros de Victoriano de Rio, ganadería preferida por El Juli y de la que va a matar casi toda la camada, pero la empresa ha comprado medio kilo de toros con billete grande y el otro medio con billete pequeño pues la desigualdad en la presentación era evidente. Bien presentados primero, tercero y sexto. El segundo con poca cara y sin rematar. El cuarto anovillado y viejo y el quinto vareado, culipollo y descarado. A rebajar costos en el ganado. Hablando de viejos. Cuatro toros cinqueños. ¡Que trabajo les cuesta a algunos ganaderos poner los toros en edad y en su peso! Menos el cuarto y el quinto el resto se dejaron en los montados, tercero mas ampliamente. A la muleta llegaron, primero rebañando, sin romper. Segundo bueno de más a menos. Tercero bueno. Cuarto manejable de más a menos. Quinto con chiribitas, y sexto muy bueno por los dos pitones.
Primero
La presidenta Ana María Romero se ganó una bronca por no conceder la oreja del quinto, y no pudo aguantar la del sexto por culpa de los mulilleros.
El peor lote lo sorteo El Juli que nada pudo hacer, aunque lo intentó, con el primero, y después con el cuarto lo vimos solvente. Mandando y con arrogancia de torero hecho, puso su conocimiento al servicio de la profesionalidad y enjaretó la serie de naturales mas enjuta de la tarde. Pinchó la posibilidad de oreja.
Cuarto
La oreja que cortó Miguel Ángel Perera al segundo no tuvo especial mérito. Nada reunidos los muletazos de las tandas por el pitón derecho, y mejores los naturales aunque por este pitón el toro se quedaba corto y se le caía la faena. Cuando volvió al toreo en redondo ya se acabó el toro. Mató de baja con derrame. En el quinto realizó lo mas meritorio de su labor, fue metiendo poco a poco al toro en los engaños, con algún enganchón. Probó con la mano izquierda y el toro se descompuso pero al volver al pitón derecho la faena tomó mejor tono hasta conseguir el objetivo del dominio. Mató de trasera y caída perdiendo la muleta. Le dieron una ovación.
Tercero
Talavante tuvo el sorteo de cara. Le tocó el mejor lote y por los resultados. Vuelta y oreja podría decirse que cuajó sus toros, y a lo mejor los hizo, pero si lo hizo lo fue dentro del organigrama del toreo moderno, eso si menos edulcorado del que hace Manzanares. La faena al tercer toro fue de mucho aliño y poco fundamento. Lo llevaba, lo traía con composición y ligazón, pero torear de verdad, yo no vi. Pero en el sexto fue más fuerte aún la cosa. El mejor toro del encierro a merced del acompañamiento. El acompañamiento es algo superfluo, poco entrado. Se va porque se va, pero no se entra, ni se sale. Es como cuando los novios antiguos acompañábamos a nuestras respectivas a la esquina de su calle. No se entra, ni se salía de la casa. Solo se la acompañaba. Talavante igual. Pasaba el toro por allí y el ponía la muleta. La banda de música se esmera en el pasodoble y en la armonía sistemática, se oyen los platillos. Los platillos acompañan la partitura. El clarinete la interpreta. Pues eso.
Hablando de música, A Juan José Trujillo se la tocaron después de parear al sexto, sobre todo en el tercer par del que salió apoyándose en los palos.
¡Aquí paz y allí gloria!
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