Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
El depósito de confianza que en si mismo tiene el vasco Fandiño vale un potosí. Si la mitad del escalafón lo tuviera la mitad de lleno que lo tiene este, nadie echaría de menos a Tomás, y por consiguiente la tauromaquia no sufriría de endogamia como lo hace en estos días que para que vaya “alguien” a la plaza hay que poner al sota, caballo y rey. Nada pudo hacer con el sexto, solo estar voluntarioso, aunque la decisión demostrada al recibirlo, a toro levantado, por gaoneras, ya era una declaración de guerra en sí. Pero al tercero, al que le cortó una oreja de importancia, lo consintió hasta sacarle una faena que nadie veía. Su oficio, su tesón, su conocimiento de los terrenos y su técnica, le llevaron a un sitio que o si, o si, aquella masa descastada rompía a embestir o se lo llevaba por delante. Pudo la razón y el oficio. Valor puro!!
Decíamos ayer sobre la feria de los descastes, e Ymbro, ha ratificado la baja condición de su estado Domecq. Hoy, mañana no se sabe. Entiendo que para el ganadero ningún toro ha sido el ideal, pero para el torero los hubo. Hubo un primero que se dejó muy bien, y que Bautista no toreó. Hubo un segundo que se defendía y no pasaba por la muleta de Tejela. Un 154 tercero que si no es por Fandiño hubiera sucumbido al ostracismo. Un cuarto con genio que se le subió a las barbas al francés. Hubo un quinto que en otras manos hubiera lucido de otra forma, humillaba pero exigía, y Tejela no lo vio, no le aguantó nada. Y el sexto totalmente rajado.
Terminó la feria de los encastes, mañana empiezan las figuras. ¡Que el señor nos pille confesados!!
¡Aquí paz y allí gloria!
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