¡VALIENTES TORPES!
Por Agustín Hervás
Al toreo que se debate entre el tedio y la vulgaridad hay que añadirle la torpeza. La torpeza se ha introducido entre nosotros como componente común de la torería porque es la que define la acción del torero que quebranta las leyes elementales de la tauromaquia, para luego nada, por ejemplo, este niño del que algunos dicen que es un pedazo de figura y que acaba de indultar un toro de Fuente Ymbro, Miguel Ángel Perea, va y se interpone entre la muleta, retrasada y sin pendulear, y el toro que tiene la obligación de coger y claro, el de los Bayones se va por el y lo asusta. O esta otra adopción de Salamanca que es Serafín Marín que ayer devolvió todo lo que ganó en el día de su presentación, o ese Gallo que todavía no sabe en qué lugar del gallinero quiere estar, si arriba o abajo, pisando gallinas o pisando huevos. La torpeza que también se pude instalar entre los valientes es enfermedad muy grabe que le ataca a un torero en tardes de poco entendimiento, nubladas y de visión corta. El catalán de ayer puso su oficio al servicio de la porfía para torpemente llegar al aburrimiento con un toro de Vellosino distraído, sin fijeza que se apagó. Y en el cuarto de Jandilla ese oficio se trocó en trallazos y desorden que concluyeron en que no entendiera un toro encastado, con pies viniéndose de largo. A veces cuando oigo hablar a Perea me da vergüenza ajena, bueno no solo a Perea, sino a toda esta pléyade de jovencitos a los que algunos entrevistadores radiofónicos y televisivos ya les llaman maestros y que ellos, torpes, van y se lo creen y dicen cosas que ni el mismísimo Joselito El Gallo se atrevería a decir. Claro que otros para lo que dicen mejor que se callen. En verdad deberían estar prohibidas, ahora que se prohíben tantas cosas, las entrevistas a los toreros antes de hacer el paseíllo y en el callejón. Este pacense aburrió también en el segundo remiendo de la corrida, que fue de la Ventana del Puerto un toro noble pero sin final y con el sobrero de los Bayones su torpeza le hizo no ver un toro mansito pero toreable que no fue ningún Barrabás. Lo de Gallo es muy preocupante, por su indefinición que según dicen debe ser normal a estas edades y porque según dicen a estos toreros hay que esperarlos, pero puede convertirse en desesperante, pero más preocupante será cuando los Choperas que no son amigos de esperar mucho, vean que se pasa esta primera temporada y nada y que cuando pase la segunda, ya veremos. Yo me preocuparía de saber porqué Gallo estuvo fuera de cacho, de ideas, de inteligencia y elevando la torpeza a cotas insospechadas con el tercero y me preocuparía sobre si su toreo se va a parecer al de Ojeda, como presentí en el sexto, si es que deja de ser torpe algún día, claro que quizás es que haya que esperar como tuvimos que esperar el encimismo de Ojeda un montón de años.
21 septiembre 2005
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