12 marzo 2012

NO NOS QUITARÁN DE CANASTEROS

NO NOS QUITARÁN DE CANASTEROS

Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio

En la huerta que mi abuelo arrendaba, allá en el rio Guadalbullón, pasaba las tardes y muchas veces las noches una familia gitana que tenían por orgullo un zagal que le daba a varios palos del cante grande, y según se decía no lo hacía nada mal. Cada vez que el caló remataba uno de aquellos guturales cantes, el padre que por oficio tenía el de tejer canastas con los secos juncos del rio, dejaba de faenar y aplaudía acaloradamente a su vástago espetando a los presentes, que eran muchos en aquella huerta donde bastantes acudían a pegar las mangas:

.- ¡Hijo miomío de mi arma, a ver si me quitas de canastero!

Si alguno de los progenitores de los tres novilleros de esta tarde en Valencia, pensaran dejar sus oficios por que el de sus hijos así lo estimara, ¡aviados iban! De canasteros no los quitaban.

No puede decirse que la novillada de Javier Molina haya gustado. Solo dos novillos correctamente presentados, cuarto y quinto, y casi todos sosos, cuando no descastados, alguno complicado quizás por falta de visión, el quinto, y en general justitos de fuerza y de pujanza. Pero tampoco se puede decir que los novilleros hayan hecho oposiciones a cante grande para retirar a nadie.

El valenciano Pascual Javier, ya apunta desde el nombre a las filas de banderilleros. El mejicano Sergio Flores debería dar clases primero teóricas y luego prácticas de lo que debe ser de ligar cargando la suerte. Falta muy extendida desde que, sobre todo, Manzanares la exagera. Y el madrileño López Simón, que estando puesto, habiendo cortado una oreja, y trasteando con solvencia, se antoja muy precipitada la alternativa en Sevilla.

Lo de la ganadería de Javier Molina, es un ultraje a la afición. Partiendo de que cada ganadero en su casa puede hacer lo que quiera, cambiar la sangre de Gamero Cívico, un toro cuajado y de importancia, pero poco agradecido, por la de Jandilla, es venderse al mercantilismo. Más de lo mismo. Así nos luce el pelo. ¡Que Dios nuestro señor le de suerte ganadero!
¡Aqui paz y allí gloria!

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