MADRID. LA DE BENEFICENCIA. VARIAS GANADERIAS. Buenos primero y sexto. MORANTE UNICO ESPADA. Palmas tras aviso, silencio, silencio, silencio, a la enfermería y oreja. Presidió el Rey de España.
UN CHUTE
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Salió el primero y no pasó nada. Bueno. Salió el segundo y no le gustó. Bueno. Salió el tercero que se le coló, se asustó y se acabó la cosa. Malo. Salió el cuarto y nada. Peor. Salió el quinto y terminó congiendolo. Menos grave. Y salió el sexto y deslumbró. Llanto.
Lo de Morante en Madrid iba camino del fracaso y ¡como hay Dios que la cogida en el quinto toro fue un milagro! Descorazonado Morante se abandonó a la tontería y en un arreón del toro lo trompicó y con el pitón le hizo una saja en la frente. Lo metieron "pa dentro", lo cosieron, lo chutaron, y ¡oye!, aquello fue un milagro. Salió para el sexto y nada más salir se puso a torear a la verónica barbilla en el pecho y ganándole terreno en cada juego de brazos. El de Cuvillo se deja en la primera vara y Morante lo quita, otra vez a la verónica con buenos lances. En la segunda entrada al caballo no le dan y el sevillano le hace otro quite por delantales. Pero delantales con gracia no como los daba Morenito de Maracay, que los daba y ya está. Así iba la cosa cuando toma los palos y pega una lección de ortodoxia rehiletera. Un primero bueno ganándole la cara, cuadrando y clavando como si de un virtuoso del tercio se tratara. Un segundo par de escuela y un tercero al quiebro por dentro que hizo reventar Las Ventas. De seguido echa mano de la muleta le arrea tres doblones de enjundia, se la hace tomar por el pitón izquierdo, menos lucida la embestida y vuelve al derecho mucho mejor y más acople hasta que no le repite y ha de ir acortando las tandas poco a poco en muletazos y en distancia. Ahora bien, le protestaron no cruzarse y le dieron un aviso antes de entrar a matar. Muy mal por cierto. Un metisaca en el sótano y una estocada caída. Oreja y llanto emotivo del torero. El llanto tiene su explicación. La oreja también. El chute no digamos. ¡Como que si no es por el chute no vemos na!
Morante es eso y nada más o nada menos. Pinceladas generalmente costosas de hilvanar, bien compuestas y ojaladas, que forman ritmo y armonía. Es por distinto interesante y emocionante y ese es el peso específico de Morante. Pero hasta llegar ahí vimos un torero que no pisó el acelerador en el primer toro, de oreja. Un aliño al segundo toro porque en las probaturas no terminó de gustarle. Un Morante que se asustó cuanto el tercero se le coló por el pitón derecho. Con un cuarto toro vimos ya a un Morante muy preocupado porque se le paró el animal y con el quinto que parecía que la cosa iba a funcionar porque en el principio de la faena hubo entrega en los ayudados y el de pecho, rematada la tanda con el molinete belmontino, no pudo ser porque el toro se vino a menos y el chaval se vino abajo. ¡Suerte de la cogida (perdón por la crueldad, solo pretendo ser gráfico en el relato) y del chute de la anestesia local!
Los toros de varias ganaderías parecían novillos, los de Sorando corridos en segundo y quinto lugares, toros. Por este orden, correoso y apagado. Gavira, bueno. Ana María Bohórquez descastado. Rosario Osborne se paró y Nuñez del Cuvillo bueno de más a menos. El quinto lo mató el sobresaliente Alejandro Castro de pinchazo y estocada corta.
¡Aquí paz y allí gloria!
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