DAME PAN Y DIME TONTO
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Tribuna de Salamanca
He de reconocer que no me gustó la presentación del sobrero de Ana María Bohórquez, un toro anovillado que sin embargo me convenció en el conjunto de su lidia: Dos varas empleándose en bravo, un tercio de banderillas con embestidas claras y humilladas por ambos pitones y dos pitones de ensueño para la faena de muleta. Hasta el momento el toro más completo de la feria. Pero los toros en ocasiones no tienen suerte en el sorteo y les tocan toreros más arrebatados que técnicos, más ofuscados que limpios de ideas y más ratoneros que perfectos. Madrid se rindió sin merecimiento al Juli que con este toro bravo no estuvo bien, pero tampoco estuvo mal. Verán, el toro se dejaba torear, iba y venia con casta y se colocaba después de un muletazo mejor que lo dejaba el torero que no toreaba, que solo acompañaba y que demeritó la virtud de ligar las series con ser estas muy despegadas, sin mostrar apreturas y abusando del pico de la muleta toreando por ambos lados. El Juli eléctrico y destemplado no terminó de cuajarlo correctamente. Este toro, Novelero, bravo y encastado mereció mejor faena. Dame pan y dime tonto. Mientras el publico en pie ovacionaba al Juli, este decía públicamente que esta no había sido su mejor faena. ¡Toma ya Madrid!
Hace unas fechas escribía que Madrid había perdido el norte y ahora veo que también pierde las bragas por las esquinas. Y lo malo es el ejemplo que se da para las plazas de provincias. Dame pan y dime tonto fue lo que dijo también para sí El Cid pues Madrid le dio un pan por la faena a un toro encastado a más, con un pitón izquierdo de escándalo de bueno con el que el Cid estuvo mal y bien. Bien porque en el conjunto de la faena llegó a comunicar con el respetable y mal porque no se apretó en ningún muletazo. Puso más intención que resultado obtuvo. Con el sexto un Alcurrucen con genio que embestía a oleadas, se enfibró (terminología moderna) el sevillano, para ganarle la batalla. Este pan si estuvo bien ganado.
Siempre he defendido en contra de algunos periodistas "sobrecogidos" la necesidad del rigor de Madrid aun cuando a veces las injusticias son evidentes. Por ejemplo no se sabe equilibrar el nivel de exigencia de unas faenas a otras y de unas tardes a otras con unos toreros y otros. Pero no me gustaría ver a su afición cual puta por rastrojos con las bragas en la mano, y no porque sea indigna la profesión, sino porque quien la convierten en esto son los usuarios del Tontódromo más grande de Europa, que dice mi amiga y sin embrago compañera Mariví Romero.
Que la cara de Rincón fuera todo un poema se justifica no solo porque no tuviera suerte con el lote, (el primero violento y peligroso buscando el bulto en todo momento, y el cuarto aunque nobleton y demasiado chochón fue un descastado de categoría que nunca quiso ayudar al colombiano a ser toreado), sino que además se estaría acordando de su amigo José María Manzanares, retirado de la profesión por discutir en Sevilla con sus apoderados y ganaderos de Alcurrucen, los Lozano, porque le habían largado dos infumables toros. Pues igual pero con la diferencia de que mientras Madrid daba pan por muy tontos que hubiesen sido llamados Juli y Cid, a Cesar nunca le regalaron los panes en Madrid y nadie se atrevió a llamarlo tonto. Sin embargo Rincón debe cumplir la penitencia este año, aunque aún le queda la Beneficencia, porque siempre se derrama en Madrid pero en provincias se despachurra.
29 mayo 2006
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