EL PAÍS, JUEVES 29 DE ABRIL DE 1993.
LA DIFÍCIL FACILIDAD. J.P Domecq/ Romero, Ponce, Chamaco.
(JOAQUÍN VIDAL)
Con facilidad; así toreó Enrique Ponce, sobre todo a su primer toro ( si es que aquel inocente era toro). No se trata de cosa fácil torear con facilidad. Por el contrario constituye empresa dificilísima.
La difícil facilidad no es expresión nueva; la empleaban los viejos revisteros para acuñar el arte lidiador de los maestros de la tauromaquia, que dominaban al toro conteniendo sus miedos y sus nervios, sin esfuerzo aparente, empleando con naturalidad los recursos técnicos que les dictaban sus conocimientos y su torería.
Hemos visto en esta feria diestros meritorios que para fajarse con los toros más o menos innobles ponían cara de haberse ido al Vietnam, cargando además un baúl. Y sufrían...; y sudaban... A eso lo llaman profesionalidad. Se enmarca la definición en el nuevo orden de la fiesta, marcado por la curiosa mentalidad de los taurinos en general y algunos apoderados procaces en particular, que les gritan a sus pupilos desde los callejones: ¡Date importansia!.Y entonces van los pupilos, y se dan importansia, para lo cual se aflamencan y se ajarandan, o se ponen a sufrir y a sudar como si los hubieran mandado al Vietnam cargando un baúl.
La difícil facilidad de Enrique Ponce consistió en torear tranquilo, relajado, despacioso, embarcando la pastueña embestida del animalito que parecía toro con irreprochable temple la mayoría de las veces, con algunos enganchones otras....
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