06 diciembre 2023

PROTAGONISTAS DEL TOREO: ENRIQUE PONCE X


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 DIARIO SUR.(22/11/92). Por José Antonio del Moral.

 

El toreo es para Enrique "Ciencia. Sin duda. Se puede ser algo o mucho con arte, pero sin técnica ni valor que deje discurrir rápidamente en el cara del toro, no se puede mandar en el toreo. Para mandar en el toreo hay que mandar en el toro todas las tardes y lo importante es eso: estar arriba y mandar. Lo otro no merecería la pena, ¿verdad?".

Se dio cuenta de su facilidad para el toreo "Desde que fui con mi abuelo por primera vez a una corrida. Vi pronto dónde y cómo había que ponerse para torear. Mejor dicho, para que los toros embistieran lo mejor posible. Pero claro, esto no lo pude comprobar por mí mismo hasta que me puse delante de una vaca a los ocho años. Ya llevaba toreando de salón desde que tenía seis. Siempre con mi abuelo, que es un gran aficionado. Aprendí a practicar todas las suertes, una a una. Una y otra vez para hacerlas todas bien y que luego no hubiera fallos...al final supliqué que me llevaran al campo y me llevaron a un corral donde había una vaca de esas que corren por las calles en Valencia. El primer pase que di fue uno de pecho. Me gustó y me gusté, pero luego sufrí también mi primera paliza. La verdad es que el secreto está en la observación minuciosa del toro y de sus reacciones en todo momento. En unos sitios se le torea, pero en otros no se le puede torear. Siempre hay que buscar esos sitios y encontrarlos pronto. Eso es el dónde. El como está también el arte. Las maneras deben brotar como el agua de un chorro, con naturalidad....el primer gran sacrificio que tuve que hacer fue irme de casa y dejar a mis padres y mis hermanos a los 14 años. A los 12 fuimos a Castellar, en Jaén, para matar un becerro de Juan Ruiz Palomares y le corté un rabo. Se armó un lío por la región y empezaron a llamarme. Volví a Castellar y Juan me invitó a quedarme en su finca. A mi padre no le pareció mal porque eran las vacaciones del verano. Seguí luego estudiando en mi colegio de Chiva y Juan me llamaba de vez en cuando para tentar o para matar algún becerro. Así pasaron dos cursos. Aprovechaba las vacaciones para torear. Pero ya con 14, y después de vestirme de luces por primera vez en Baeza, el 8 de agosto de 1986, decidí quedarme en casa de Juan Ruiz. Me matricularon en un colegio de Las Navas de San Juan y, en cierta manera, cambié de casa y de familia...a mis padres les dolió mucho. Mi abuelo me ayudó porque siempre fue el que quiso hacerme torero y sabía que eso era lo mejor. Pero mi madre no lo soportó bien. Todavía lo pasa fatal. Menos mal que Juan demostró ser un gran hombre y su familia me acogió como aun hijo. De todas formas, yo lo tenía claro. Quería ser torero a costa de lo que fuera. Sabia que en Valencia no había dificultades y, aunque añoré mucho a mi madre y a mi familia, acabé por encontrarme muy a gusto en Las Navas con Juan. además estaba en mi salsa, en los tentaderos, en el campo, rodeado de toros y de caballos. Seguí yendo al colegio en invierno un par de años más y a los 16 lo dejé. Dije que ya no iría más y hasta hoy....Juan Ruiz Palomares es el hombre clave de mi vida profesional... siempre fue el que tomó todas las decisiones, aunque en un primer momento nos ayudaran Luis Álvarez y Manolo Morilla. A Luis lo llamamos porque estaba muy relacionado. Fue el año de mi lanzamiento novilleril. En el 89 sufrí un bajón. Es cierto que la gente me exigía, pero también yo me aburrí un poco. Creí que era todo más fácil, como un juego y me hundí un poco. La alternativa la tomé como era lógico en las Fallas del 90, pero no hubo demasiada suerte y llegó el parón. Sólo cuatro corridas hasta aquel 28 de julio cuando Roberto Domínguez y el Soro no quisieron torear una corrida muy dura y decidí matarla yo solo. Aquello supuso un aldabonazo tremendo...toreé 20 corridas más, casi todas muy difíciles y en sustituciones. Me sirvieron de mucho. Fue como ir en piragüa por un río de montaña. Hay que sortear rápidos muy fuertes y sin volcar antes de llegar a las aguas tranquilas del lago. Ese invierno fuimos a Venezuela y triunfamos por lo grande. En el 91 cambió el panorama y después de la oreja de Madrid actué en 55 corridas, entra las que destacó mi gran triunfo de Bilbao. Llegamos a América con mucha expectación y allí quedé por encima de casi todos. Fueron 30 corridas con numerosos trofeos y grandes éxitos en Manizales y Bogotá. Estuve incluso por encima de Rincón, después de su enorme éxito en España, aunque con el sólo actué una tarde...el sabía quién era yo. No le cogió de sorpresa. La verdad es que, salvo esa corrida, no toreé con Rincón. Por algo sería. Luego tuvo que aguantar mi tirón en España y todos saben lo que ha ocurrido....Esa corrida -la de los seis toros en la Feria de Otoño de Madrid en el 92- era la ilusión más grande de mi vida. Quizá llegó antes de lo que yo pensé siempre que debía llegar. Fue una idea mía, sólo mía. Pensé que podía salir bien después de un año tan bueno. Quería acabar con todos, porque lo que hace a uno ser el mejor es sentirse el mejor. En la rivalidad hay mala leche, pero no hay que demostrarla con declaraciones, hay que demostrarla cada tarde con la muleta en la mano. En Madrid esa tarde no hubo con quien competir, pero vi en seguida que el ambiente era de gran expectación. Noté algo raro en el público, pero reconozco que a pesar de que la corrida no sirvió demasiado, yo me desmoralicé bastante ante la adversidad. No, no salió como yo deseaba, aunque no hay mal que por bien no venga....lo que no aguanto es que me hayan querido quitar el mérito de todo el año por una sola tarde sin suerte. Pero no han logrado nada con sus críticas. Los que pensaron que me podían hundir tuvieron que tragarse luego lo de Zaragoza y mi tarde de Sevilla...yo se como son . Primero te adulan mucho. Luego te dan un palo monumental y esperan a que les llames...Ninguno va a conseguir mi dinero. No hay crítico que pueda alterar la marcha de mi carrera...Si pegarle a un toro seis muletazos seguidos, ligados al de pecho, relajado, con naturalidad y sin crisparme en absoluto es torear descafeinado y sin hondura, será que quienes lo dicen no saben de esto nada o que buscan algo...reconozco que con la zurda no me encuentro tan a gusto. Hay que tocar de otra forma, me gusta más la derecha...Yo siempre les pongo a los toros la muleta en la cara cuando cito y les trago mucho para ligar los muletazos siguientes. Me han cogido los toros por ello, pero con suerte. No me han herido gravemente. Sí tengo completamente asumida la cornada, pero si pensáramos siempre en ello no seríamos toreros. La cornada es un accidente normal.

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