Toros de Domingo Hernández y Garcigrande, regularmente presentados, justitos de casta, nobles como monjitas de clausura, sin molestar nada, aptos para la vitrina o encima del televisor que no sea de plasma...
Juan José Padilla: vuelta al ruedo y silencio
El Juli: Oreja y oreja
Miguel Ángel Perera: Oreja y silencio
Padilla con sus portagayolas, rodillazos, banderillas vulgares y otros trucos que se tragan los pamploneses, pues se gana una vuelta al ruedo con un bajonazo y otra mala estocada.
Montón de verónicas al cuarto que no se jalea ninguna, ni se aplaude al rematar. Se supone que loe espectadores tienen las manos y la boca ocupadas con la merienda...Dos buenos pares y el alivio del violín; molinete de rodillas y derechazos acelerados, poco temple del jerezano hasta la tercera serie que se atempera algo ya con la izquierda, por ese pitón dice el toro que nones, dos veces da circulares en serie a ver si el público se anima después de tanta vulgaridad, la rana, desplante, manoletinas, abaniqueo, aviso, por fin estocada, descabello y termina el martirio del gaditano.
El Juli lancea con gusto a su primero, dos puyazos sin apretar mucho y va bien en banderillas. Que pechá de muletazos que no dicen nada, pacá y pallá, un toma y daca que me aburre. Separadito, no vaya a tocarle la femoral....Estocada que por fin nos hace pensar en otra cosa que no sea ver a un capullo presumiendo de figura.
Poca fuerza en el quinto y Juli de enfermero, dos picotazos se vaya a desangrar la "alimaña" y se le astillan los dos pitones en el peto y sin empujar mucho. Sin fuerza, sin ritmo, sin emoción es la faena. Pinchazo y estocada con ese gran estilo que tiene matando el madrileño
Perera se lo saca a los medios lanceando y me quedo igual que estaba: neutro. El torillo se cae debajo del caballo sin aún tocarle la puya, sale del caballo trompicado y se le ve flojito en banderillas. El culipollo humilla un poco y Perera le saca dos series potables bien ligadas; es brusco por el pitón izquierdo, tapándole la cara logra algunos buenos naturales y ya se para, cabecea y por lo menos el matador se ha impuesto al torillo. Infame sartenazo.
Cuatro lances que se aplauden, el toro abre la boca antes de ser picado, quite por chicuelinas del extremeño, parado en banderillas y a tablas el bicho. De rodillas en el tercio y ovación, eso es lo que quería el figurita; ya en los medios el toro se apaga y ya nada tiene importancia. Media estocada.
Si algunas personas tienen la amabilidad de leer esta crónica, no piensen que estoy cabreado, ni que digo barbaridades por decirlas, es que reflejo lo que ha pasado en la plaza. Una ganadería de las consideradas de primera, resulta un fiasco, sin fuerza, ni bravura ni emoción. Tres toreros de los considerados figuras, han ido a Pamplona a timar a los espectadores y éstos, muy ingenuos se han tragado todo lo que han hecho los coletudos y hasta le han dado trofeos.
Franquelo.
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