23 abril 2015

¿ ANTIREGLAMENTARIO?

El Presidente de la Plaza de Toros de La Real Maestranza de Caballería de Sevilla, nos hace llegar estas reflexiones sobre la devolución del toro de Parladé en la corrida celebrada ayer.


El Presidente de un festejo de toros tiene como una de sus misiones esenciales “garantizar el normal desarrollo del espectáculo” (art. 18.1 del Reglamento Taurino de Andalucía).  Para ello, el art. 19.1 a) le permite adoptar cuantas medidas sean necesarias para el debido y “pacífico” desarrollo del espectáculo, permitiendo el apartado 4 del mismo artículo  que “sin perjuicio de la exigencia de que se cumpla el Reglamento,…dará solución razonada a todas las cuestiones no previstas que puedan plantearse… garantizado… el mayor equilibrio entre los intereses que convergen..”

Ya, con esta amplia regulación del reconocimiento de potestades, sus decisiones tienen amparo reglamentario en estos términos.

En relación con la devolución de las reses debemos destacar que, si bien el 90 % de las devoluciones se producen por defectos físicos (cojos, tuertos, burriciegos, descoordinados, roturas de pitones…), el reglamento permite la devolución de reses que “adopten conductas que impidan el normal desarrollo del festejo”. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua asimila conductas a comportamientos, es decir a problemas en los toros distintos de su físico. La única excepción a la devolución  por comportamiento que de manera expresa prohíbe el reglamento,  es la mansedumbre del animal.

Ayer en Sevilla  salió un toro que, de inicio mostraba síntomas de cojera en una mano, aunque después no llegó  a caerse. No obstante a partir de un momento de la lidia, cuando sale del caballo por segunda vez, el toro se para, no atiende a capotes, se queda inmóvil, como petrificado,  con la cara humillada sin acometer, como muerto de pie. Tras un par de banderillas a paso de rejoneador, es imposible colocarle un segundo par, con hasta tres pasadas en falso… En definitiva, una conducta que impide la lidia normal.

Es cierto que de estos toros salen de vez en cuando alguno y que se les lidia y mata como se puede,  aun a sabiendas de la imposibilidad de lucimiento del espada en la muleta y que, en condiciones normales, nadie protesta en exceso.

Pero eso, precisamente fue lo que ocurrió ayer en Sevilla. El público que paga esta harto de tardes y tardes anodinas, sin emoción, con muchos toros a los que les falta raza, empuje, fuerza, casta…Este es el estado de la fiesta  sobre el que habrá que tomar medidas antes de que sea tarde.

Pero entre tanto, el Presidente del festejo debe  intentar armonizar en equilibrio todo lo que sucede en el ruedo y la protesta ayer al toro fue de las más grandes que yo he visto en la Maestranza y, además, con un estilo impropio de la plaza, que comenzaba a degenerar en una alteración de orden público.

En base a las potestades que comentamos al principio, ante una conducta  de un toro que imposibilita su lidia y ante una situación de protesta que estaba tomando tintes poco aconsejables, lo único que hizo la Presidenta fue, después de resistirse un buen rato, precisamente aplicar sus potestades reglamentarias.  Me consta que no era partidaria de  tener que tomar esa decisión, que además tardó un mundo en tomar, pero no podía dejar de ser consciente de lo que estaba sucediendo.

Eso no quita que estas decisiones deben ser muy excepcionales.

Quizá falte  en los asistentes a una plaza  los conocimientos taurinos que  los aficionados tenemos y que creemos – erróneamente como se demuestra cada vez mas – que tienen también los demás. 

Animo a todos los medios de comunicación  que la crítica taurina venga acompañada también de  grandes dosis de pedagogía taurina. Solo así conseguiremos que los que no saben  de toros al menos no exijan que se pierda la pureza la fiesta.

Fernando Fernández - Figueroa

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