EL COMPROMISO DEL
BRINDIS
Bien es sabido: que una de las cualidades importantes
de "Joselito", era la prontitud que tenia en ver los toros. Nada
más; aparecer estos por toriles, el menor de los "Gallos" intuía
el toro de faena y lucimiento, o el de aliño.
Tal es así, que en una ocasión, un gran admirador suyo,
que lo seguía allá donde hiciera el paseíllo, tenia empeño en que el torero le
brindara un toro. Jose se lo prometio; y el admirador compró un magnifico capote
de paseo, para regalárselo como agradecimiento del brindis. Pero se sucedían las
corridas en Madrid y provincias, y Joselito no cumplía lo ofrecido. El seguidor
se impacientaba, pero la disculpa siempre era idéntica.
- “No ha podido ser. No ha salido el toro para torearlo
a gusto, como Ud. se merece”.
Al fin, una tarde. Joselito se dirigió a la barrera que
ocupaba tal señor; y montera en mano, le dijo:
-¡” El toro es muy gueno amigo. Va por Ud. que es
buen afisionao-¡”…
Joselito obtuvo clamoroso triunfo. Si no hubiera visto
el toro, no hubiera estado seguro de el, no lo hubiera brindado; cuestión que,
antaño no se prodigaban con la frecuencia que hoy se hace.
Hoy como tantos otros detalles de la Fiesta , el brindis ha
desvalorizado. Se brinda por brindar, por salir de un compromiso, por atender un
ruego, por arrancar unos aplausos. En la plaza ya no corre aquel runrún que se
percibía antes ¡lo va a brindar, va a quedar bien! No faltaba el
agorero sabiondo que pronosticaba ¡"sa… equivocao"! "el toro
no esta pa brindarlo". Por esa razón de que el toro no esta para
brindarlo, los brindis no se prodigaban y, escasamente se hacia al publico desde
el centro del ruedo.
Hoy brinda el torero, sin contar para nada con el toro,
ni con sus fuerzas y decisión. En muchas ocasiones, en demasiadas, no procuran
ni siquiera hacer faena, y los espectadores extrañados, y un tanto
desilusionados se preguntan. ¡A que habrá brindado para luego no querer ni
verlo! Pues, brindaron por rutina, por ese afán de imitación que aqueja
hoy a la fiesta, por ese afán de querer ser torero en todas partes y en todos
detalles, menos frente al toro.
Se ha perdido el gesto de,- cuando se brinda-, al
terminar la breve perorata arrojar la montera por detrás del cuerpo y de
espaldas a las tablas. Ahora la colocan en un pilar de la barrera como quien
cuelga el sombrero, o la entregan al mozo como algo que le estorba. Cuando
brindan a personalidad o amigo, doblan el torso cerca del brindado, como
comunicando algo que los demás no interesa que se enteren. (“-Te brindo la
muerte de este toro, porque me lo ha dicho mi apoderado, pero no te lo tomes a
mal, el toro no me gusta, le voy a dar unos trapazos y atizarle una media en el
chaleco”). Ocurre también, que algunos brindados son muy tímidos, y,
otros jactanciosos. Los primeros, se levantan con pereza, contraídos como si les
doliera el espinazo. Los jactanciosos, ya están de pie antes de que llegue el
matador; y mira a todos anunciando.”-Es a mi, solo a mi, al que va a
brindar”-. Y sonríe como una “vedette” empinándose sobre la punta de los
pies.- Ahora menos; pero antes servidor se fijaba mucho en estas cosas.-
otros tiempos claro.-
Fermín González.-comentarista
onda cero radio- Salamanca.
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