¡DEVOLVEDNOS LA AUTORIDAD Y CALLAD!

¡DEVOLVEDNOS LA AUTORIDAD Y CALLAD!
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio

El Partido Popular lleva en su programa electoral el apoyo a la fiesta de los toros en todos sus aspectos y declara tener interés por su actividad económica y la considera seña de identidad cultural.

La demagogia se instala entre nosotros. Ocurre frecuentemente cada periodo electoral. La demagogia no es cosa del pueblo llano. Nada razonable hay en el pueblo para ser demagogo. Pero el político sí. Es propio del político ser demagogo, pues la demagogia es connatural a su esencia. En realidad llamar demagogo a un político es como llamarlo mentiroso. El que promete para luego no cumplir. Pero sin embargo, en contra de lo que parece, el político, una vez votado, deja de ser pueblo, para pasar a esa inaccesible casta que dan en llamar clase política. Luego, al pueblo nunca se le puede acusar de ser demagogo.

La noticia, que algunos califican como de hecho histórico, no es más que un argumento demagógico y electoral. Cuando pudieron hacerlo no lo hicieron. Los dos partidos mayoritarios ya han cabalgado sobre nuestros votos. ¡Ahora qué queréis! Los políticos del signo que fueren deben dejarnos en paz y devolvernos la autoridad que nos robaron, para darle dignidad al espectaculo. Ellos, los taurinos, dijeron que la dignidad era del torero y sus secuaces, que habían sido tratados como delincuentes, y estos, los políticos, engañados sibilinamente, dijeron que eran profesionales tan dignos como cualquiera. Sacaron de los palcos a la verdadera autoridad y mataron al toro en los despachos, pues con esta decisión lo desprotegieron.

El Partido Popular no hizo nada cuando el reglamento andaluz. Aplaudieron a Soriano con las orejas y luego le pidieron a Juan Manuel Albendea que estudiara la cosa. Bien la hubo de estudiar que no se ha movido nadie, ni nada.
Es verdad que el Partido Socialista ha apoyado a la fiesta, sobre todo en Andalucía. Pero: ¿en qué condiciones, a qué precio, bajo qué coste? Se le quitó al palco autoridad, se ofendió al toro en su arrogancia, se consintió el afeitado, que es un fraude, cuando no se enviaron pitones mutilados a analizar. Se puso en los medios de comunicación, nacionales y autonómicos, a serviles comunicadores con la intención de crecer en audiencias y desinformar al espectador, maleducando al neófito. ¿Vais vosotros, gentes del PP, con vuestro programa electoral a arreglar esto? ¿Vais a devolverle la dignidad al toro?, ¿Vais a devolverle al torero su propia esencia de valentía y orgullo con una pizca de chulería? Decidme, ¿vais a dar al aficionado el protagonismo que vosotros todos le habéis quitado?
¿A qué toreo queréis defender ahora? Yo nunca dudé que la derecha apoyara la fiesta a pesar de no llevarla en sus programas electorales. Es algo connatural a su ideología; la conservación de las costumbres. Lo bueno fue encontrarnos con un Múgica, que con su sigilosa filosofía enseñó a los sectores criticones de la neodemocracia, que las izquierdas también amaban la fiesta.
No quiero que defendáis el toreo de los engominados, de los artistas remilgados, de los de la estética bergaminiana, que se la cogen con papel de fumar admitiendo la mutilación del toro para no mancharse. Prefiero que sin alharacas pongáis al toro en su sitio y al torero frente a el. Solo a partir de ahí el toreo que debe defenderse es el de la mucha verdad y la mucha emoción.

Durante mucho tiempo el taurino pidió la ayuda del político solo en lo económico, y el político se la dio. Durante mucho tiempo engañasteis al pueblo esquilmándolo. Ahora queréis que el político se moje con el toreo, bajo el paraguas de la defensa cultural, sólo para seguir alimentado vuestro fuego. ¡Los de derechas han picado! ¡Terminaréis quemándolos!

Nadie piense que no sea bueno que los políticos se acerquen a la fiesta. Si, lo es, pero no con la demagogia en la boca. Lo es, porque es condición de todo gobernante defender su patrimonio cultural. Pero sin armar ruido. Los toros pertenecen al pueblo y el pueblo es cultura.

No hay hoy en día más detractores que antes y no habrá menos que mañana, pues la esencia de esta fiesta es la polémica aún incluso desde sus tendidos. Los detractores y destructores los tenemos dentro, por eso pido que nos devuelvan la autoridad.

El toreo vive solo. Siempre lo hizo, hasta que el político, reclamado, o por propia voluntad, como ahora, se instala como vecino. Entonces los problemas.
Nos quieren porque estamos sanos, nos quieren porque somos un reducto de sociedad pura, revestida de los más puro: el valor, el miedo, el orgullo, la vergüenza, la arrogancia, la chulería, la gracia, la risa, el llanto, la inspiración, la cobardía. Nos quieren porque no estamos contaminados y además tenemos la dehesa, patrimonios arquitectónicos saneados, sin deudas, y pagamos nuestros impuestos. Ahora que no sabéis como enderezar la economía, después de todos los desmanes ladrilleros, venís a nosotros con promesas demagógicas de apoyo y redención cultural.

¡Devolvednos la autoridad y callad!

Solo teme al futuro aquel que sembró en el pasado la duda del presente. ¿Acaso ¡hombres de poca fe! no hemos llegado hasta aquí con todo el peso de la historia de la tauromaquia en nuestros hombros? Yo creo en el poder de esta fiesta y no me siento ofendido, ni agredido, por quien no puede ofenderme ni agredirme. Solo os temo a vosotros, taurinos, que sois los mayores agresores de vuestro propio futuro.