LA TIERRA DEL ESPARTO Y DE LA UVA

LA TIERRA DEL ESPARTO Y DE LA UVA
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Tribuna de Salamanca

Qué raro está todo esto del toreo. No pretendo volverme ponzoñoso ni cascarrabias pero aún a sabiendas de que siempre ha sido así lo de que se dice que tiempos pasados fueron mejores, parece que ahora, reconocido hasta por los empresarios, esto del toreo está en horas bajas. Si no de qué nos iba a levantar ilusión un chaval feo, piludiento, que se quedaba quieto, que nos emocionó y nos esperanzó en la pasada feria de San Isidro y que no mató. Talavante es la excepción que confirma la regla o necesariamente la regla confirmada de cómo los novilleros se forjaban en tiempos pasados.
No conozco a este nuevo pupilo de Corbacho, más allá de lo de Madrid, por tanto estoy ávido de volver a verlo cuanto antes.
Tengo por seguro que la aparición del dinero negro en los toros propició en gran medida aquello del 33. O de que los apoderados, padrinos y padres de novilleros se erigieran en empresas, ocupando un lugar en este universo taurino que no les corresponde. Debe ser la modernidad de la fiesta a la que ha llegado eso que ahora Távora ha denominado La Corrida Moderna. ¡Qué corrida señores!
Un torero nuevo nacido del pueblo entre un montón de señoritos. Lo que cambian las cosas. No se le conoce otra historia a este pastor. Eso es algo que alimenta la curiosidad. Sus orígenes sencillos, humildes y de pobreza. Como antes. Qué raro que ahora en el escalafón de toreros y novilleros haya más hijos de papá que novilleros de la tapia. Debe ser la modernidad. Otrora sus padres pordioseaban una tapia y agora sus hijos casi universitarios, a los que el pan no les ha faltado por el esfuerzo de sus padres copan el escalafón. ¿Será por afición, o porque no tienen donde caerse muertos? Qué raro está todo esto del toreo. Talavante contra los molinos.
Un amigo muy querido por mí y muy amante de la pureza del toro, gran aficionado de los de tertulia seria sin café ni copa ni puro, de la tierra de las legañas, la tierra del esparto y la uva, de Almería por más señas, José García Sánchez, escribió una vez algo maravilloso que traslado a estas líneas porque algo así debe ser dado a conocer al mundo: " Para ser torero hay que hacerse torero, un proceso que tiene mucho de iniciativo viaje, de recorrido por las amarguras de la vía ascética, de transitar los misterios de la vía mística y de salvar las peripecias de la vía picaresca, que no es otra cosa que una mística hacia abajo"
Me embarga la emotividad de la cita y es por esto por lo que recuerdo a Talavante y a Corbacho que desde que lo conocí toreando a las ordenes de Miguel Márquez una tarde de Pablo Romeros en Sevilla, me pareció un filosofo, un ascético y un místico de la tauromaquia. La verdad, un bicho raro, raro. Ahora se ve que no era tan raro, que es por esto, que dice Pepe por lo que debemos valorar a aquellos chavales que nacidos del pueblo dan su sangre por el toreo ese toreo que los valora y que hace estremecer al aficionado, que sale desde adentro para afuera con la verdad de arrojarse en brazos de la muerte.
Qué raro está todo esto en la tierra del esparto y de la uva, de las legañas y de la modernidad. Qué raro está para que los hijos y nietos de aquellos nacidos de la tierra también tengan que arrojarse en brazos de la muerte a saber por qué motivos.
Teruel, Posada, Esplá, Dámaso, Manzanares, Capea, Pallarés, Ordoñez, Cortés...
Talavante contra los molinos. Cada uno buscando su lugar en este universo de los toros, planeta que decía el otro. ¿Pero por qué?. ¿Porque esto está raro? ¿Porque no tienen otro oficio? ¿O quizás porque para Talavante y los molinos haya una ansiedad emocional de hacerse torero por la vía más importante que es la de la mística hacia abajo? Qui lo sa Pepe, qui lo sa.