COMPLICES
Por Agustín Hervás
En la feria de Marbella casualmente topé con Javier Arenas, arrogante, orgulloso, de impoluta chaqueta azul y distante. Este político peperiano representa a mis ojos la típica figura del señorito andaluz, estigma por el cual nunca llegará a ganar unas elecciones en Andalucía. Estos figurines anquilosados de registros heredados del pasado hacen mucho daño a la derecha española que ya nada tiene que ver con tiempos rancios y que miran al horizonte con renovadas esperanzas. Quizás por ello el discurso del Partido Popular en estas tierras sea un discurso de ropa vieja y poco calado. Es hora ya de que las generaciones jóvenes de este partido en sus congresos derroquen a esas viejas estructuras añejas y de ideas herrumbrosas.
En aquella ocasión le dije a Arenas que habían perdido una oportunidad de oro para conquistar a una parte del electorado que se mueve por lo taurino debido a que el partido socialista se había arrogado la defensa del aficionado, ladinamente, provocando con la anuencia del andalucista Ildefonso del Olmo, un nuevo e innecesario Reglamento Taurino que ha hecho aguas nada más que ser aprobado. Prueba de lo que digo es que La Unión Taurina de Abonados de Málaga, ha enviado un escrito al Director General de Espectáculos de la Junta, José Antonio Soriano, pidiendo la recusación o inaptitud de Enrique Moya, uno de los actuales presidentes de La Malagueta.
Javier Arenas me contestó que lo sabia y que el estudio del articulado del reglamento se lo había encargado al Señor Albendea, que "no solo es un buen aficionado y critico taurino, sino que además es del partido..." y añadió: "como El Fandi", que toreaba en la corrida de la feria de la ciudad de la Costa del Sol.
Con mucha sorpresa me entero que el pregón de los aparejadores, ese contubernio político burgués y malaguita, lo va a pronunciar el señorito andaluz Arenas en calidad de aficionado, ¡faltaría más!, y que en el va a resaltar a la feria taurina, mala en su confección, y a que Málaga ya es de primera, calificación que como saben es política y no de aficionados. Pero lo más triste de esto es el juego al que se prestan Arenas y de La Torre, introduciéndose así en las fauces socialistas, y dando carta de naturaleza a las iniquidades de un reglamento que solo les ha interesado a los profesionales y que no solo es discutido por parte de la afición, sino también, ahora, aunque quizás por intereses oscurantistas, al empresariado potente.
Es así como se descubre la mentira política. La complicidad de todos los partidos políticos en el contubernio reglamentario. El doble discurso de la derecha que al menos en lo taurino dicen a cada cual lo que quiere oír sin posicionarse verdaderamente en un frente. A lo mejor, con esta actitud de aceptar dar este pregón el partido Popular en Andalucía también se está posicionando en el ámbito de la dulzura y la delicadeza en la fiesta, en la actitud farisaica de sí defendemos nuestras tradiciones pero ojo con los europeos. Quizás por ser fariseos esa idea de una asociación taurina parlamentaria propuesta por Cabanillas, la hayan petardeado los socialistas.
Llegados a este punto suscribo lo que Paco Aguado ha dicho: "el toreo no es de derechas ni de izquierdas... es sólo del pueblo" y añado, el pueblo es libre y como tal y en contra de este chovinismo melifluo al que nos quieren llevar hordas de aficionados aburguesados como el mamporrero del Marqués de Fuengirola y su colegio de aparejadores, los peloteros de la Asociación de Tauromaquia malagueña reinventados por la desaparición del nefasto Circulo Taurino El Alguacilillo y más allá de la libertad, el pueblo pide, exige la dignidad sin enmascaramientos de una fiesta también grande e "internacional" en el que el toro es piedra angular de este espectáculo.
13 julio 2006
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