Curro romero ya está fuera de los ruedos. Mayor, Aunque para algunos de los aficionados que lo queremos estará vivo en nuestra memoria pegando verónicas como esta. Con un capotito embarcado el toro (que no se ve de lo bien llevado que va) y cargando la suerte, que hoy casi ningún torero lo hace. Vivió Curro todos los estadios del torero y vivió en su profesión UNA SEGUNDA JUVENTUD porque los aficionados hastiados de tanta vulgaridad volvieron a los cánones ortodoxos y Curro es un referente del toreo ortodoxo.
De la revista 6 Toros 6 número 176:
Pero Curro Romero ha cambiado en estos últimos años. Tras una etapa que podríamos llamar de falta de ambición en la cara del toro (precisamente en los años en que más creció su fama de torero artista, mítico y genial), en las últimas temporadas Romero es un torero que quiere justificarse y que, teniendo en cuenta su edad y sus limitadas condiciones físicas, lo consigue en muchas ocasiones. Es muy raro ahora que Curro se hunda en el fracaso sin haber intentado estar con el toro. Quizá no lo consiga, pero al menos lo intenta. A ráfagas, de una manera tan incompleta como maravillosa, lo ha conseguido este año en Sevilla, Toledo, Aranjuez y Puerto Banús. En esas plazas y ante esos toros, Curro Romero toreó con su temple, cadencia y gusto reconocidos. Y con una cadencia tan armoniosa que parece que en sus manos el toreo es otra cosa. Romero es necesario para la fiesta, lo mismo que lo son sus incondicionales, porque ellos aportan un gramo de locura indispensable en esta época donde parece que sumar corridas es casi lo único importante.
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