24 febrero 2023

PROTAGONISTAS DEL TOREO: César Rincón 5

 


JULIO CESAR Rincón.

 Nació en Bogotá (Colombia), el 5 de septiembre de 1965. El 15 de agosto de 1979 se vistió por vez primera de luces en Cali (OTROS EL 6 DE ENERO DEL 78 EN SANTA FE DE BOGOTÁ UN TRAJE HECHO POR SU MADRE). Debutó con picadores el 25 de diciembre de 1980, también en Cali (OTROS EL 13 DE AGOSTO DE 1980 EN BOGOTÁ). El 9 de agosto del 81 torea por vez primera en España en Valdetorres (Badajoz). Tomó la alternativa en Bogotá (Colombia), el 8 de diciembre de 1982 de manos de Antoñete, con un toro de Vistahermosa, en presencia de Manzanares. Confirma la alternativa el dos de septiembre de 1984 con toros de Leopoldo y Aurora Lamamie de Clairac de manos de Manili y de testigo José)À Luis Vargas.

El 20 de mayo de 1990 y al siguiente día consigue traspasar la puerta de Madrid. Hacía tiempo que no se veía torear con esa pureza de los orígenes, con el sentido de las distancias y los comprometidos terrenos. Después de San Isidro triunfó en la Beneficencia, a hombros también junto a Ortega Cano, los toros de Samuel Flores. Y la feria de otoño con un toro colorao de Moura. Cuatro puertas Grandes en un año. Un record.

 La CUADRILLA DEL 92 Y 93.

 APODERADO: LUIS ÁLVAREZ

MOZO ESPADAS: LUIS CARLOS CARRIÓN.

PICADORES: Martín del Olmo Rueda y Anderson Murillo.

BANDERILLEROS: Juan Montiel, Rodrigo Arias "Monaguillo de Colombia" y Manuel de la Liz Rivas.

 

 EL TAURINO Gráfico À 16.1991.(Por J.M.Puente Ricoy)

 

Á Madrid 21 de mayo....Llegó el colombiano Cesar Rincón y levantó esta feria...El maestro de Colombia lo puso todo: Sabiduría, inteligencia torera, rápida intuición y dominio, además de un valor a toda prueba ante los bravos....Al sexto se lo llevó a los medios, donde el torero supo cruzarse con el y templarlo en maestro, hasta someterlo, corrigiéndole la forma alta de embestir, para fajarse con el toro en largos y lentísimos naturales, rematados con los de pecho en un recorrido de superficie total. Con la derecha se traía al toro desde lejos para terminar con una enorme quietud la perfecta hermosura de los redondos, finalizando con bella y clamorosa tanda de naturales en los medios; media estocada al encuentro acababa con este Ibán que le valía a Cesar las dos orejas y la salida triunfal en hombros...

 Madrid 22 de mayo

...La faena al sexto fue completa, marcando perfectamente las distancias, ligando pases en el centro y suntuosos adornos con magníficas trincheras, así como las series largas, lentas, lentísimas de naturales, o con la derecha, dejando al Murteira llegar desde lejos para finalmente aplicarle una bella y fulminante estocada...

 Málaga 18 de agosto.

(Por Agustín Hervás).

...Vino, vio, pero no venció. Con un flojo encierro, aunque bien presentado, de José Luis Osborne, estuvo Cesar Rincón valientemente discreto con el tercero y no se dio coba en el sexto...

EL TAURINO GRAFICO 18 1993.

 Por M.R. "Manolete"

Feria de Sevilla 1993.

...su triunfo tuvo el elevado precio de una grave cornada en el mismo momento en que doblaba su anatomía sobre el astifino puñal, cuando recibía a Fugitivo... en la suerte suprema...la faena fue más vibrante que acompasada. El toro (Núñez del Cuvillo) encastadísimo y fiero, se arrancaba de lejos galopando y repitiendo incansable...

  

6 TOROS 6. 27.

LAS VENTAS, Otoño 93.(Por Paco Aguado).

El Puerto /Vázquez/Rincón/Higares.

 En la apuesta de César Rincón había algo más que su prestigio venteño, mucho más: mantenerse en su situación tan privilegiada del figura del toreo tras una durísima temporada de cornadas, enfermedades, percances y esfuerzos por mantener el ritmo de los jóvenes toreros con mayor facilidad para el éxito. Cesar se sabía en tiempo de prórroga, en medio de una injusta interrogación sobre su fondo, y disipa todas las dudas como siempre lo hicieron los grandes del toreo. Triunfa a golpe cantado... La compensación del azar había hecho justicia porque ese primero tuvo peligro y planteaba una ecuación imposible al sumársele el fuerte viento que obligaba a poderle en las tablas. Tal vez en los medios, o en el tercio, el toro se habría acobardado. En la madera el animal se sintió fuerte, solo que Rincón esta vez fue una torre inexpugnable que, como las del ajedrez, atacó siempre en la rectitud del toro, frente por frente, dando el corazón a la violenta embestida que más de una vez amenazaba con partir en dos los profundos y bordados cimientos de aquellas almenas. De uno en uno o a pares los muletazos, pues al tercero el toro evitaba la pelea franca para minar la torre por los tobillos, Cesar emociona  a Las Ventas con su entrega sincera y desgarrada. Y las ovaciones crujieron en cada cite, en cada cruce al otro pitón y en la resolución de cada embroque.

Rincón se la jugaba a conciencia y supo crear un clima de admiración como pocas veces se ha vivido en esta plaza, tan a menudo despreciativa. Y para que no se perdiera la fascinación del valor varios apretones del toro, derechos a ese corazón tan torero, advirtieron que el colombiano aún podía perder la batalla. El último ataque del bicho, en un ayudado por bajo, llevaba la maldita bala de la ruleta, pero la voltereta no tuvo más resultado que varias contusiones y una tonelada más de admiración sobre la arena. Cuando el toro capituló tras la estocada y el torero paseaba su oreja derecha, retumbaron las tejas de Las Ventas con la ovación más sincera de la temporada.


EL RUEDO 122 19/10/93

Por Marisa Arcas.

"...la constancia, el sufrimiento y el sacrificio han sido las claves de mi éxito. Porque jamás me regalaron nada. Eso lo tengo muy presente cada vez que sale el sol...Han jugado demasiadas veces con mis sentimientos. Ahora me cubro mi corazoncito con una coraza. Y eso no me hace un hipócrita...don Luis Álvarez y yo no tenemos contrato, porque no lo necesitamos. Un papel se puede romper, pero no el amor que nos tenemos...Puedo presumir de matar más toros en puntas que nadie. Mi apoderado no afeita porque se pasa las 24 horas del día conmigo. Y yo, Dios me libre no hago nada ilícito...Me la juego como si no tuviera ni un solo contrato. Lo cómodo sería cubrir el expediente, pero me siento incapaz de estafar al público...Me duele el alma que la gente me llame indio o sudaca. Aunque me resigno...No quiero hablar del asunto de Juan Montiel. Es un gran profesional y punto...

 

EL RUEDO. 123

 En Arles tuvo que medirse con un toro bronco de Domingo Hernández, al que sometía con una gran faena basada en la mano izquierda.

 En Madrid Feria de otoño..revalida su título ...vino a por todas y aunque no pudo salir a hombros dejó patente la marca de la casa. En una tarde en la que el coprotagonista fue el aire, el colombiano sacó su temple y casta.

En la feria de san Isidro madrileña se juega la vida el día 7 de junio con un encierro de Baltasar Ibán y un remiendo de dos de Victoriano del Rio. Con el segundo de la tarde un toro encastado que no renunciaba a la batalla en los tres tercios y que le trajo en jaque consiguió el colombiano remontar la pelea y tras ser empujado, revolcado y magullado, en lucha cuerpo a cuerpo, toro y torero pudo dar fin a la pelea entrando a matar, casi en trance de desesperación, y tras introducir el estoque en el animal rodar ambos en la arena de las ventas, muerto el toro, herido el torero.

Alternaron con él aquella TARDE Emilio Muñoz y Juan Mora que nada quisieron hacer.

 El día 4 de marzo se viste de goyesco en la plaza de Medellín (Colombia), para matar en solitario seis toros. Cortar tres orejas. Se celebraba el 50 aniversario de esta plaza.

 En el 95 revalida su liderazgo de rey en las plazas francesas de Dax, Beziers y Bayona.

 1996

Para Rincón fue nefasto, todos los tuertos del planeta le miraron y tuvo una difícil temporada. No lo pusieron en Castellón ni en Valencia. En Arles pese a no fracasar no triunfó a lo grande con seis toros. En Sevilla no le rodaron bien las cosas y a Madrid no pudo acudir porque entrenando en casa de los Lozano sufrió un accidente en una rodilla que le fastidió toda la temporada.

 1997

 Medellín, lunes 24 de febrero de 1997

 César Rincón, triunfador de la Feria.

 El diestro colombiano César Rincón fue declarado triunfador de la Sexta Feria Taurina de La Macarena al ganar el trofeo Página de Plata de EL COLOMBIANO, galardón oficial de la temporada taurina de Medellín.

 La siguiente es el acta del jurado que premió al matador colombiano César Rincón como el triunfador oficial de la Sexta Feria Taurina de La Macarena:

"El jurado que tuvieron a bien nombrar las honorables directivas del Periódico EL COLOMBIANO, para elegir la mejor faena durante la Sexta Feria Taurina de La Macarena, de la ciudad de Medellín, se reunió el día 23 de febrero de 1997.

 Fueron analizadas las actuaciones más destacadas de los distintos matadores y, finalmente, concluyeron por mayoría escoger como la mejor faena de la Feria, para otorgarle el trofeo Página de Plata, a la ejecutada por el diestro colombiano César Rincón, realizada el día 22 de febrero de 1997, en la sexta de abono, quinto toro de la tarde, de nombre Chucero, marcado con el número 16, que pesó 494 kilogramos, perteneciente a la ganadería española de Torrestrella.

Rincón hizo una magistral labor, durante toda la lidia, tanto de capa como de muleta, colofonada por una gran estocada.

Resaltamos el éxito general de la Feria, pletórica de grandes faenas, destacándose, fuera de la ganadora, las ejecutadas por el diestro español Enrique Ponce. También, los excelentes encierros españoles y las destacadas actuaciones en el tercio de varas, especialmente las del picador Anderson Murillo.

El jurado agradece al Periódico EL COLOMBIANO por el honor y la confianza depositada para tan importante misión.

 Firmado,

 Silvia Peláez de Restrepo. Rodrigo Villa Galvis. Humberto Vázquez Uribe. Alberto Mesa Vallejo. Tulio Gámez Tapias"

 

Medellín, lunes 24 de febrero de 1997

 EL COLOMBIANO

Toros

 

Cierre feliz por Rincón y Torrestrella Interesante y encastado encierro español

Por J. Vega Bustamante

 Muy contenta salió la gente que llenó La Macarena en la última de feria. Vitorean al ídolo Rincón al que sacaron por la puerta grande y aplaudían al ganadero español Álvaro Domécq quien envió un encierro de lo mejor presentado que se ha visto en Medellin.

Y es que cuando aflora la presencia y la casta del toro, se suscita la atención de principio a fin. El comportamiento del encierro español fue variado e interesante. Hablamos de casta, porque cumplieron bien con los caballos, incluso algunos como el primero excesivamente castigado, por lo cual se paró pronto. Destacados los corridos en 4, 5 y 6 lugares, o sea segundo y tercero de Barrera y el tercero de Rincón. Y fue que el español se llevó el mejor lote, puesto que su primero en el que no se confió, requería meterse más con él.

 

En el lote de Rincón, excepto el buen quinto mencionado, muy complicado su segundo, el berrendo castaño, que desarrolló sentido: lástima que su primero que muy bravo con el caballo, fue en exceso castigado, con el agravante de que en un derrote se estrelló contra el maderamen dio una vuelta que representaba un puyazo más. En síntesis, sin la bondad de los de Zalduendo, y aunque la gente esperaba más, la corrida de Torrestrella muy interesante para el aficionado que ve la corrida a través de la lupa del toro.

 TRES TOROS, TRES ESTOCADAS

 Este título resume la seguridad con que anda el colombiano con la espada. Sus toros fueron despachados de sendos estoconazos que los hicieron rodar sin puntilla. Su primero fue un toro que salió con mucho gas y se revolvía muy rápido con el capote. Tal vez por esto se le aplicó tan fuerte castigo, lo que en la faena de muleta influyó para que se aplomara pronto. César saludó del tercio y la verdad es que no se acopló muy bien con el animal.

 Su segundo, el berrendo castaño, con las dificultades del toro con genio. Se vencía por el lado derecho, por lo que prefirió torear por la izquierda. Al final, faena de aliño al pesado toro que se quedaba corto y calamocheaba. Volvió a saludar del tercio tras soberbio volapié.

 Pero en el quinto, el buen número 16, desde las siete y media verónicas con que le saludó se insinuó que algo grande estaba por llegar. Inicia su quehacer muleteril muy quieto y sereno al hilo de las tablas, para luego muy centrado buscarle la distancia precisa y deleitarnos con hermosas series de naturales dando el pecho. Se refugió del viento toreándole en el tercio del tendido nueve. Logró allí templadas tandas con la derecha en redondo y se adornó con temerario desplante. Más toreo por naturales que fue lo mejor de su faena. La plaza era un manicomio cuando se perfiló para matar dejando la estocada hasta la bola, para que al grito de torero, torero, y con las banderas de Colombia y Antioquia, diera varias vueltas triunfales al anillo de la plaza que vibraba casi en el paroxismo. Al final, con el ruedo entapetado de claveles, besaba la arena de este coso que le ha aclamado como al que más en su condición de mandón del toreo, quién sabe por cuánto tiempo aun. Dos orejas fue el premio de la presidencia y buena parte del público pidió el rabo para Don César del toreo.

BARRERA, INFERIOR A SUS TOROS

 Puede sonar duro este subtítulo, pero de acuerdo a la reseña de los toros que le correspondieron, ha sido la realidad. En su primero saludó del tercio tras estocada y descabello y haber realizado una faena fría de muleta en la que casi nunca se confió. En su segundo, no se quedó quieto en la faena de capa y con la muleta en los medios entendió que tenía un gran toro enfrente estando mejor que en anterior; lástima que no adelanta la muleta en la iniciación del pase, lo que de por sí es una ventaja. Pero es su estilo. Se prodigó por naturales que fueron musicados y luego adornos por manoletinas a un gran toro que se fue con muchos muletazos. Pinchazo, estocada y descabellos, para recibir aviso y dar la vuelta con exceso de generosidad de la gente.

 Al sexto, un señor toro, quizá el mejor para los de a pie, lo recibió atropellado con la capa. La faena de muleta fue variada, iniciando por estatuarios, cuando lo más indicado era hacerlo por bajo, a un toro con embestida alta. Después, faena sin mucha concatenación, eso sí muy variada, pues intercaló molinetes, pases de pecho, rodilla en tierra y sus peculiares pases de pie junto con gran frialdad que empero gustan a la gente. Dos pinchazos y media lagartijera, para que hubiera leve petición de oreja. Hasta vuelta para el toro pidieron, la que no se dio por no haber estado bien en el caballo. Pero de todos modos el que colofonó el buen lote de Torrestrella, merecía una muy superior faena.

 Ya habrá oportunidad en crónicas posteriores, de analizar en especial el comportamiento de los encierros de la feria, algunos indignos de una plaza de primera, como el corrido en la nocturna del viernes, más para una novillada de provincia.

 Medellín, lunes 24 de febrero de 1997

  EL COLOMBIANO

 Se sobró César, se sobró!

 Crónica sobre el quinto de la última tarde de feria.

 Por Reinaldo Spitaletta

 A esa hora de la tarde, ya César había lidiado dos toros y el abogado Vicente Barrera, otros dos. Y más bien todo transcurría en medio de tacañas emociones y la esperanza de que en el próximo se desbordaran los olés y se subiera la presión por una faena de esas que se recuerdan más allá del cierre de temporada.

 Porque en los toros nada está previsto: el azar puede traer en su equipaje o la apoteosis o la aburrición. O a algún pájaro perdido en un ruedo, como ese que se vio, con sus alas disminuidas, el sábado en La Macarena. Sin más preámbulos, para el quinto astado de la tarde estaba reservada la memoria, y para Rincón toda la gloria.

 Y el quinto, Chucero de nombre, de 494 kilos, buscó la luz, corneó los burladeros, se astilló el pitón izquierdo, dio varias vueltas al ruedo hasta que el capote de Rincón lo atrapó con un hechizo de verónicas, que los tendidos vitorearon. "Este será el toro de la tarde", presagió alguien. Y Rincón notó sus bondades y lo ofreció al público. Algo importante iba a pasar. La feria no podía acabarse sin la edición de una faena memorable. Rincón la inició con pases por alto, los pies muy juntos, el toro pasando y repitiendo la embestida, la gente alegrándose y luego aplaudiendo el remate de la primera tanda.

 Algo importante ya estaba pasando cuando Rincón  abrió una nueva serie con un molinete, continuó con un derechazo, pero el toro tenía una embestida cortica, a la cual el matador colombiano también le sacó partido. Vinieron más derechazos y entonces la plaza se fue calentando, y la temperatura siguió subiendo cuando Rincón toreó por naturales y la música silenciosa de la faena y la otra, la de los músicos, se regó por el ruedo.

Rincón volvió a citar al animal, tras dejarle tomar un reposo. La música del toreo que el diestro dirigía con su muleta, seguía sonando. Arriba, la trompeta que decía un pasodoble; abajo, la del torero. Y la del toro. Los dos acompasados, los dos reyes de un espectáculo que los tendidos premiaban con ovaciones.

Rincón le mostraba el pecho al toro, lo citaba de frente, le bordaba nuevos pases, lo iba dominando con su poder, en medio de la locura colectiva. Ahí estaba Rincón enseñándole al astado y este se dejaba llevar, obedecía al don de mando del torero.

 Tras una nueva serie, Rincón soltó la muleta y se plantó junto al toro, como diciéndole: "demuestra tu nobleza", y el animal, quieto, lo miraba, mientras la algarabía de los tendidos opacaba el solo de trompeta. Rincón fue hacia las tablas, se lavó las manos y cambió el estoque. La trompeta seguía sonando.

Volvió a torear por naturales y en los tendidos se desplegaron banderas de Colombia y Antioquia. La música cesó, un breve silencio envolvió la plaza, que se hizo añicos cuando Rincón dejó hasta el fondo el estoque. Chucero, de fina estampa, se desmadejó a los pies del torero, que lo señalaba con aire de triunfo. Se levantó de nuevo, un segundo, quizá dos segundos, y luego se desparramó en la arena.

 -Torero, Torero!, decía la unánime multitud.

Rincón , con las dos orejas del astado de Torrestrella, se llenaba de flores. Y de ovaciones. Y de collares de arepas. Y de gritos anchos de ¡torero, torero, torero!.

 Cuando Rincón fue a despedirse en la mitad del ruedo, con una bandera de Colombia y otra de Antioquia en las manos, la plaza cantaba: "Se sobró, César, se sobró!". Era la apoteosis. En efecto, algo importante había sucedido en la clausura de la feria de La Macarena.

 

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