Generalmente no suelo comentar carteles taurinos puesto que considero el arte pictórico (en general todo el arte) una expresión muy personal que atañe a multitud de sensaciones vitales del creador.
He leído sobre este cartel que es simbólico porque están en él el capote y los colores de la bandera nacional (amarillo y rojo). Que es un cartel patriota porque además hay una piel de toro, (Ramón Valencia) y que es un orgullo contar con este arquitecto debido a la fragilidad del mundo del toro.
¡PERO BUENO SEÑORES! ¿Es que no ve nadie más lo que yo veo en este cartel?
Veo debilidad. Una cabeza de toro infantilizada y asustada. Una piel de un animal desollado sobre un fondo amarillo insultante que profana una de las identidades toreras (que no hace escuela pero sí tradición) más introspectiva de la persona como es la superstición.
No conozco al señor Foster en lo personal, solo en lo que de él se publica por su grandilocuencia arquitectónica. Seguramente es un gran aficionado a la fiesta, esa de la que dice Ramón Valencia que es frágil, y seguramente si eso es lo que ha percibido el autor del cartel en su paso por los festejos taurinos, o por el trato que haya tenido con sus personajes, pues ciertamente Foster ha pintado lo que tenía que pintar: LA FIESTA DEL MIEDO.
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