Salvador Vega con el primer toro de la ganaderia de El Serrano
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Torremolinos, 30 de septiembre. Feria de San Miguel. Salvador Vega pone el toreo, Salvador Cortés las precauciones, y José Luis Torres la bisoñez.
En un mundo donde la emoción lo es todo, y la emoción es sinónimo de toro, nada tiene importancia si por el ruedo no se encuentra. A la corrida de la feria de Torremolinos le ha faltado el toro. Los corridos en los tres primeros lugares con el hierro de El Serrano, flojos, casi inválidos, pero nobles. Con alto grado de After Save. Los restantes de los Herederos de José Luis Osborne descastados con algunas violentas arrancadas, también flojos.
Y en un mundo donde el valor es premiado con la pasión de los tendidos, el torero es el nombre.
Injustificadas las precauciones de Salvador Cortés en ambos toros. Con el del Serrano muy justo de fuerzas, el sevillano creía ser algo, y aún en ese éxtasis de vanidad, se aliviaba sacando el culito. Se trataba quizás de holgar las distancias, por aquella presunción de ¡que corra el aire, oiga!
Quizás en el quinto estuvieran más justificadas las precauciones pues el toro, mirón y reservón no valió un pimiento, pero lo de Cortés se llamaba miedo.
José Luis Torres toreó al natural sin ajustarse ni un milímetro, citando fuera de cacho, unas veces en línea, otras atravesado, con una paja mental de chúpate dómine y pésimo con el descabello en ambos toros, vaya a ser que matara al animalito. Ocurrió en el tercero. Pero en el sexto que tuvo algunas arrancadas aprovechables, toreó muy vulgar. Bastantes cordobeses que vinieron a ver al figura lo jalearon como si hubiera triunfado, uno de ellos al ser preguntado, dijo que si que le había gustado (no dijo mucho, solo que le había gustado) claro había sido brindado. Lo mejor una señorita cordobesa vestida con traje de chaqueta blanco, que visitó el sol, y que deslumbró por su elegancia.
El triunfador Salvador Vega, que cortó dos orejas, una en cada oponente. Las dos estocadas las valieron, pero además con el inválido primero el trasteo que en realidad no tuvo importancia por causa de las fuerzas mermadas del burel, tuvo aseo y talento. El cuarto, un toro en puntas en Torremolinos, que calamocheó en el peto y esperó en banderillas, resultó renuente en la muleta, y el trasteo de Vega tuvo su seriedad, con pases aislados, quizás algunos debieron ser ligados, pero bien ejecutados.
¡Aquí paz y allí gloria!
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