23 octubre 2011

ANTOÑETE HA MUERTO, ¡VIVA ANTOÑETE!






ANTOÑETE, ANTONIO CHENEL,

Se crió en la plaza de toros de las Ventas. Su cuñado Paco Parejo le ayudó en los comienzos de su carrera. Vivió en esta plaza la dura posguerra. Irregular torero consigue destacar en 1965 con un toro de Cameno lidiado en agosto. En el 66 Atrevido le encumbra. Era el toro ensabanao de Osborne. Después la irregularidad, los percances de huesos, la bohemia, América. Y una reaparición en los ochenta. 1982, 3 de junio, Danzarín de Garzón, en su plaza, lo alza hacia las estrellas. En el 84 corta una oreja a un toro de Bohórquez. En el 85 otra Puerta Grande con un toro  de Garzón, Cantinero. Su toreo hay que definirlo como de gran sentido del espacio, cite largo, leve giro de muñeca y de cintura. Ligar los muletazos habiéndose dejado el toro atrás y quedándose para el cite bien colocado. Es decir el toreo eterno, el de verdad, el que se define en esencia como el clásico y por el que aprendí a criticar a los que ahora practican el destoreo: Manzanares, Perera, Castella, Talavante, a veces El Juli. El y Manolo Vázquez, también en su reaparación, me dieron el criterio que ahora proclamo del toreo de cargar la suerte. Poco más habrá que decir, sino que el quiera aprender a torear, se ponga tapones en los oídos para que las sirenas actuales no le deformen la tauromaquia verdadera, y se ponga a los vídeos y a los libros que de él se filmaron y se escribieron.
Las fotos que ven pertenecen a su reaparición en Puerto Banús. En el Hotel Meliá Don Pepe, con el vicio que finalmente lo ha matado, el tabaco, y en dos momentos de sus faenas.

1 comentario:

ERPACOMURO dijo...

Conocí a Antonio Chenel, no personalmente, sino a través de los relatos que de él oía en boca del que fue muchos años su peón de confianza: Carlos Romero 'Periquito'. Me contaba, a trozos, una realidad vivida, interpretada y 'adaptada' en muchas horas de carretera, patios de caballos, triunfos y 'tardes para el olvido'. Lo digo siempre que viene a cuento y ésta vez también procede: la pequeña historia vivida a diario, esa que nunca podremos leer en ningún 'cossío'.