NUESTRA MEMORIA HISTORICA

Antonio Ordoñez. Por Erpacomuro.
Maestranza de Ronda, por Erpacomuro.

NUESTRA MEMORIA HISTORICA
Por Agustín Hervás

Conviene no olvidar de donde venimos, quizás así se nos revuelvan las entrañas para algún día tener claro a dónde queremos llegar.


Los griegos ya jugaban con los toros, los árabes que habitaron la península Ibérica durante ocho siglos, ejercitaban a sus guerreros alanceando toros a caballo y a pié. Los cristianos que expulsaron a los árabes de Iberia adoptaron esta forma de entrenamiento militar hasta el punto que el mismísimo Cid Campeador se divertía con ellos. Los nobles caballeros fundaron las Maestranzas, (plazas para correr toros como: Ronda, Granada, Sevilla, Zaragoza), para ejercitarse en el arte de la guerra y de la equitación, y lo hacían según la herencia recibida de los caballeros medievales. Los ayudantes, andando el tiempo, que eran los escuderos y lacayos del caballero y que solían con capas y mantas hacer los quites al caballero, a pie, cuando los toros ponían en peligro la vida del caballo y del jinete, fueron tomando prestigio ya que la gente que acudía a ver estos ejercicios se emocionaba bastante con el riesgo que corrían los ayudantes. De esta manera pasaron a tomar protagonismo y a mediados del siglo XVIII aparece el espectáculo de la corrida como divertimento, pasión, riesgo, emoción y arte. Este espectáculo ha ido cambiando sus formas pero no el fondo, a través del tiempo, hasta llegar a la corrida que hoy podemos ver y disfrutar.
Desde los primeros comienzos de este espectáculo ha interesado a todas las gentes, no solo de España, sino de diversos países. Francia por la proximidad del sur con los grandes acontecimientos vasco – navarros. Portugal, por ser el país donde se conserva con mayor realidad el antiguo toreo a caballo practicado por los nobles. Y América por la indiscutible expansión de lo español en su descubrimiento. Allí fueron llevados los primeros toros por los padres Jesuitas para defender con su fiereza las plazas y primeras ciudades nacientes de los ataques de los indígenas.
En la corrida de toros se desarrolla un drama. El drama de la muerte. Del enfrentamiento entre un animal bruto, criado exclusivamente para embestir y de un hombre que ha de vencer con el uso de la inteligencia, sin maltratar al animal, su fiereza y acometividad. Es aquí donde se levantan voces en contra de este espectáculo ya que en ocasiones no se comprende que el rito que da paso al arte pasa por unas normas elementales, determinadas y regladas para que el espectáculo se dé con las mayores garantías para el toro, el torero y sobre todo para el espectador que paga uno de los divertimentos más caros que existen.
Dicho esto habrá que contar la necesidad de picar a los toros por dos motivos fundamentales: evitar una posible congestión producida por el estrés al que se ven sometidos al salir al ruedo y para procurar su templanza en las embestidas. La suerte de banderillas posibilita, en toreo a cuerpo limpio, el estudio de la embestida y condición del toro y será en esta suerte, (todo lo que se le hace a los toros en una corrida se le denomina suertes), cuando el matador vea las primeras cualidades del animal para poder torearlo. Y finalmente el toro es muerto a estoque porque el origen de este espectáculo es en sus primitivas formas una cacería. Consecuentemente es la suerte más peligrosa y la que determina el fin. El triunfo y la gloria de la vida (el hombre), sobre la muerte (el toro), en lo que en el sentido más existencialista tiene la representación de este espectáculo de muerte.
Signifiquemos también que la celebración de una corrida de toros con lleva el trabajo de miles de personas que viven de ello y además por ser un espectáculo tan arraigado en los ancestros culturales españoles está ligado a espectáculos como el flamenco que es el arte musical popular por excelencia de una región española como es Andalucía.
A la corrida de toros asisten todo tipo de personas, desde los más pudientes, a los menos. La corrida de toros se convierte en un acto social como lo es la ópera. No podemos olvidar que este espectáculo es único habida cuenta que el toro, cada toro que se lidia es único, irrepetible y por supuesto cada torero es único, irrepetible y además tiene su propia personalidad artística.
Tómese el ejemplo que más abajo cito como el de una de las dinastías de toreros más conocidas en el mundo, fuera de cualquier otro tipo de análisis. Es pues sólo una dinastía de toreros, pero la historia de la tauromaquia está preñada de ejemplos de grandes matadores de toros que regaron con su sangre y con su arte los ruedos de medio mundo.

Francisco Rivera Ordoñez, hijo, nieto y sobrino de toreros es, valiente y dominador. Su hermano Cayetano, castigado por los toros en su primer año de alternativa está aún por definirse y por entrar en las grandes ferias. El padre de ambos, Francisco Rivera Paquirri, destacó en la suerte de las banderillas donde ponía pares con gran espectacularidad, lo mató un toro en la plaza de Pozoblanco, cumpliéndose hoy aniversario de su muerte. Su abuelo Antonio Ordoñez Araujo, amigo personal de Orson Wells y Hernest Heminway, fue uno de los mejores toreros de la mitad del siglo XX, con una profundidad y un arte en su toreo de muleta, que le granjeó las simpatías de toda la afición española, y finalmente su tío Luis Miguel Dominguín que fue calificado como el número uno del torero en rivalidad con Antonio Ordoñez, fue bullidor y completo en todas las suertes y además el primer torero que tuvo una idea clara de abrir este inmenso arte al mundo exterior, fuera de las fronteras españolas codeándose con la alta burguesía europea y americana, y teniendo fama de haber sido amigo personal de varias actrices americanas entre las que se encontraron Ava Gadner.