SOBRE LA AUTORIDAD
Por Agustín Hervás
Hay un criterio que vengo haciendo publico desde hace ya varios artículos relativo a la autoridad en el palco. Como se sabe los presidentes de los festejos taurinos, históricamente, primero por petición de los propios intervinientes en el espectáculo y segundo por el propio interés de salvaguardar los intereses del publico, son agentes de la autoridad, es decir de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, hasta que llegó la ley Corcuera en la que se admitía en las plazas de tercera a los presidentes civiles. Lo que sostengo hasta que la cosa no se regule como Dios manda, si es que en estos tiempos manda algo, es que las personas que "per se" están revestidas por razón de oficio de autoridad, están más legitimadas para salvaguardar el interés del publico que aquel, al que yo llamo presidente seglar, que no tiene ni las atribuciones ni el poder operativo de ejercerla con garantías suficientes de no ser contaminado por el taurinismo pícaro.
Escrito esto debo decir que no defiendo a ultranza a los policías en el palco. Pues algunos que conozco, son autoridad pero no son aficionados y de igual manera se contaminan de la sinvergonzonería campeante entre la taurinidad, con lo que tanto daño hacen los seglares como los policías no aficionados a la fiesta, cada vez que usurpan los criterios de verdad que en ella se deben mantener. Caso último el del presidente de Motril que siendo policía, se abocó al contubernio del indulto de un toro manso.
Creo que viniéndosenos encima como senos vendrá el reglamento andaluz para la feria de Sevilla, sería muy conveniente regular las presidencias – policías o seglares – en cursos preparatorios impartidos en colegios donde la teoría de lugar a la practica y de aquí al titulo reconocido, digamos como los árbitros de fútbol, para poder actuar en festejos taurinos, no ya solo de la localidad sino también fuera de ella o donde se requiriera.
Los taurinos y la prensa pagada siempre han intentado menospreciar a la autoridad policial en el palco argumentando que ya los tiempos de Franco pasaron y que en una democracia no se los puede tratar de delincuentes, cuando en realidad nunca nadie los trató así, los mismos taurinos se descalifican cuando bajo el argumento de la autogestión, lo que han conseguido es un presidente moldeable, un toro elegido en el campo por la autoridad veterinaria y presidencial haciéndole el juego al empresario, ejemplo del paso año en Sevilla, y un torero comodón. Claro que cuando algunos argumentamos esto y un toro le da una cornada a un torero, los plumillas comprados nos arrojan los tomates de la incomprensión pues según ellos, aman, por dulcificarla, más la fiesta que nosotros, por exigirla.
Y sobre todo este embrollo, saben lo que pasa, que entre políticos y taurinos están cambiando el espectáculo, luego algunos debemos preguntarnos: ¿realmente esta es la corrida que queremos?. Por favor no hagan el chiste fácil.
08 marzo 2006
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