16 enero 2006

LA SOMBRA DE CARO

LA SOMBRA DE CARO
En la retirada de Cepeda
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Tribuna de Salamanca

Siento muy bien lo que dice Fernando Cepeda. La ilusión perdida es la sombra de la tristeza y Fernando siempre pareció desde fuera un torero triste, melancólico, pero de aquellos hombres decimonónicos precipitados en la melancolía del amor, del amor por algo que no se materializaba. Hombres grandes de espíritu pero flojitos de fuelle que en contradictorios amores se venían abajo. Igual que Cepeda en el toreo. Un torero grande para plazas grandes, un torero de temporadas cortas pero intensas que no buscaba orejas, sin embargo las necesitaba, ni se prodigaba demasiado y sin embargo necesitó torear más para no entrar en la melancolía.
Fernando Cepeda es un torero de sombras, las que se proyectan en el ruedo por su toreo y las que sobre él proyectan los que lo quisieron y confiaron en él.
Angel Caro siempre confió en este torero sevillano, cuando alguien le ponía un pero espetaba con arrogancia sevillana "pero es un gran torero del que nadie olvida la cadencia de su capote, ni la buena faena bien estructurada y desarrollada".
Antes que la sombra de Angel fue la sombra de Pepe Camará que lo llevó a debutar con picadores a Córdoba en el 87 y luego le apañó la alternativa y confirmación en Madrid en mayo de ese mismo año, bien colocado, como sólo los Camará saben hacer las cosas, con Toros de Torrealta y uno de Carmen Ordoñez, de padrino Rafael de Paula y de testigo José María Manzanares, aquella tarde fue ovacionado en el toro del doctorado y le cortó la oreja al que cerró plaza, uno que se llamaba Carnavalesco.
Hubo otra sombra quizás menos alargada pero por ello no menos sombra, la de Rafael Roca aquel torero y taurino sevillano, que le acompañó la temporada del 97 y del que Fernando dijo que había decidido que fuera su apoderado porque tenía mucha ilusión en su toreo. ¡Otra vez la ilusión!
Siente Fernando estas perdidas que le hacen entrar en tristeza esa misma que alargada es como las sombras de los dos amigos idos y que proyectadas en su capote alargan el lance hasta el infinito o eso creíamos porque ya sin ilusión el lance se recorta como en media verónica magistral.
Sin embargo la sombra de Caro es más alargada porque sencillamente fueron más años. Todos juntos, en las sombras y en las luces, en la penumbra de la habitación, en los momentos que Madrid enloqueció con su toreo y que Sevilla lo llamó torero de estilo. Angel diría un torero elegante.
El estilo es la manera, la forma que tiene el artista de expresar lo que hace, de decir su obra, su toreo. En el toreo el torero llamado de estilo se diferencia de los otros por el método aplicado siempre a favor de los cánones, siempre en busca de la pureza. Los toreros estilistas son pocos, casi en cada época se cuentan con los dedos de una mano, y su toreo está entre las aguas que manejan los artistas y las de los que basan su toreo en la técnica.
Siento muy bien lo que dice Fernando Cepeda de que ha perdido la ilusión pero más lo siento como aficionado porque en verdad los toreros como él, de los estilistas, son toreros siempre deseados y esperados por el aficionado sensible. Por eso te extrañaremos Fernando, por tu estilo, por tu elegancia y por tu melancolía. ¡Ojalá que en tu vida, hagas lo que hagas a partir de ahora las sombras se diluyan al amanecer!

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