EL APODO NO HACE AL MONJE
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Tribuna de Salamanca
Uno de los dramas más trágicos que soporta el periodista taurino es el de la sublevación de su propio ego, lo que le lleva en gran medida a verse dominado por un exagerado sentido narcisista y consecuentemente a errar más que a acertar en sus juicios. En cualquier caso, bien entendido, el juicio de un periodista taurino es un capricho que más veces que menos deberíamos reprimir, pero ¿Quién es capaz de no sentirse un poco pitoniso en este mundo taurino que más que ninguno es el de la suerte? ¡Vanidades humanas de las que ningún mortal estamos exentos!
Acabamos de tener noticias de esa gran oportunidad novilleril que se ha celebrado en la plaza de toros de Vistalegre felizmente rescatada como plaza de segunda en un mundo de primera, donde se pueden permitir el lujo, ¡gracias a Dios!, de promocionar y ofertar lo que en Las Ventas debe ponderarse. De esa oportunidad salen nombres de posibles figuras del toreo teniendo pues Vistalegre la suerte de llegar a ser cantera de toreros.
"Vista Alegre una cantera inagotable" la llamó en el año 1959 el critico de turno del ABC Antonio Ródenas. Es decir como el que no quiere la cosa en mitad del siglo pasado.
Tampoco se libró este critico taurino de su pequeño ataque de vanidad del que no sabremos si fue un fiel reflejo de las verdaderas sensaciones que del publico cuenta o un recurso literario demeritando un aspecto del torero para resaltar otro y posicionarlo como más importante.
Verán. El domingo 15 de marzo del año de nuestro señor de 1959 se presentó en aquella plaza de Vista Alegre, junto a los novilleros Antonio Hurtado y Paco Herrera, (aquel torero que llegó a ser alcalde gilista de un pueblo de la provincia de Málaga donde nació Infante, Blas, profeta de la patria andaluza, Casares), un mozalbete apodado El Viti. El crítico de turno escribió en el ABC de esos días:
"La verdad es que taurinamente El Viti no nos decía nada. Yo al menos no tenía el más ligero antecedente de su historia torera. El sobrenombre era para tomarlo a chufla y la gente estaba predispuesta al jolgorio cuando El Viti se plantó ante el novillo que abría plaza y con mucho temple, quietud y mando ejecutó unos lances muy buenos. Los espectadores cambiaron el derrotero de la chufla por el de los aplausos que se hicieron más cerrados en las dos faenas de muleta, rebosantes de serenidad y buen estilo. Coronó su labor el de Vitigudino con sendas estocadas que le valieron también una oreja de cada una de sus reses. Está claro que el apodo, por feo que sea, no tiene nada que ver con la calidad del torero. Hay muchas mujeres que a pesar de llamarse Nicasia son guapísimas. Excelente impresión la que dejó este muchacho en las masas".
Como comprenderán nada más tengo que añadir sobre lo que significó Santiago Martín "El Viti" para la tauromaquia de la segunda mitad del siglo pasado, salvo que ahora que estamos en un nuevo año, desearle larga vida a su majestad.
10 enero 2006
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