15 junio 2005

CAYETANO

CAYETANO
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio

Cuando debutó Cayetano Rivera Ordoñez en Ronda rodeado de la parafernalia que para el momento su hermano había montado con el apoyo de Espartaco yo no pude ir a verlo pues otros motivos profesionales me apartaron de tal evento, cosa que agradecí debido a mi reticencia a presenciar contubernios de este tipo, de manera que esperaba con interés verlo pasados unos meses cuando ya se hubieran calmado las euforias del lanzamiento y los chupatintas y mamamelones hubieran colmado sus ansiedades de favoritismo.
Nunca estuve de acuerdo conque esta figurita del papel cuché matara novillos a puerta cerrada para obtener reglamentariamente el permiso legal para debutar con caballos mientras los novilleros del pueblo llano tienen que ir pagando o pordioseando a desaprensivos empresarios las veinticinco novilladas reglamentarias. Curiosamente este Cayetano empieza como torero por donde otros toreros acabaron: desde las revistas del corazón.
Efectivamente desde que los señoritos se integraron y participaron activamente en este espectáculo, supuestamente de hombres hechos y derechos, terreno que siempre le correspondió a la plebe, el mundo del toro ha cambiado y los aficionados y los espectadores se han convertido en más "durses" envolviéndoles un halo de falso cariño hacia estas figuritas de pitiminí que en realidad apesta.
Curro Vázquez, su apoderado, lo lleva entre algodones eso quiere decir que cuida los compañeros de cartel, (siempre con Julio Benítez, o toreros del corte de Javier Conde y nunca con los chavales habituales del escalafón), las ganaderías (con preferencia de las llamadas comerciales de procedencia Jandilla o Salvador Domecq) y el dinero que gana, porque en contra de la costumbre este novillero cobra y no paga por torear. Lo anuncian en cartelería personal como si de una primera figura de la música fuera y la campaña de marketing es extraordinaria, fuera de lo común en este negocio, igualita que la que le hicieron a Javier Conde cuando andaba queriendo ser figurita.
Cayetano tiene hechuras de torero antiguo, se mueve como los toreros antiguos y mueve los trastos como aquellos sufridos espadas que compartieron cartel con El Niño de la Palma. Pero a este Cayetano le queda más de un tranco que aprender. Adelanta la muleta como virtud, pero solo eso porque en realidad siempre la adelanta como si ese hubiera sido el primer consejo a tener siempre en cuenta, deja huecos que le descubren ante el novillo, embarca pero no remata bien, se quiere perfilar bonito y eso lo consigue con actitud hierática y flemática, y solo deja pasar los toros, no los lleva toreados. Lo de toros es un decir porque habitualmente le encierran animales con cuerpo, a veces, pero desmochados siempre. Este torero será de los que se jactarán al final de su carrera, si llega a terminarla, de no haber matado una corrida de Miura o de Pablo Romero, ahora Partido de Resina, como si ello fuera una penitencia y no un orgullo, como lo fue durante toda la carrera del gran Antonio Ordoñez.
Hablan de sangre torera y me voy riendo por las esquinas porque solo veo guante blanco, algodón y aduladores. Su abuelo que le hubiera dado otros consejos, hubiera mandado a todos estos que hay a su alrededor, con esa mala leche que le caracterizaba cuando algo no le cuadraba, a freír espárragos, o mejor aún porque para eso si que era un torero de verdad y un tío, al gallito de turno lo citaba en Las Ventas con Condes de la Corte.
¡Toreros a mí! Que decía don Antonio.

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