14 septiembre 2021

PROTAGONISTAS DEL TOREO: El Zotoluco

 


EL ZOTOLUCO

 

Eulalio López Díaz, el Zotoluco, nació en Azcapotzalco, México, el 12 de enero de 1968. Debutó en la plaza de México el 22 de julio de 1984. Tomó la alternativa el 20 de julio del 86 en Buenaventura Coahuila, siendo su padrino Armillita. La confirmó en la plaza de México el 26 de noviembre de 1989 de manos de Manolo Mejía y en presencia de Sergio González. Confirma en Madrid el día 23 de marzo del 97 actuando junto a Manolo Sánchez y Oscar Higares con reses del Sr. Conde de la Maza. Antes de aquella tarde El Universal, el gran diario mejicano escribía: "Eulalio tiene experiencia que ha ganado a base de sinsabores, se encuentra en un momento exacto para no pensar mucho las cosas. Tiene sitio, es justo el momento para jugársela con poco que perder y todo por ganar". Luego llegó el toro español. En el 98 consiguió cortar un rabo en la Monumental de México en una tarde de inspiradísimo valor y gotas de buen toreo, Guillermo Leal dijo de la faena del rabo que Eulalio "terminó toreando con mucho gusto". Aquella tarde le acompañaron en el cartel, Joselito, Rafael Ortega y el rejoneador Enrique Fraga siendo los toros de Vicky de la Mora.

Tras esta corrida de toros la expectación y el interés que marcó el torero en Méjico fue grande. Carlos Allende en un arranque de euforia dijo de él: "tiene ya la madera de la que están hechos esos contadísimos hombres, esos extraordinarios toreros que se cuentan con los dedos de una mano en cada país".

El 22 de mayo de 2000, corta una oreja a un toro del Puerto de San Lorenzo en Madrid. Llegó el mejicano, (¡perdón por lo de la J!), y al cuarto del Puerto de San Lorenzo le cortó una oreja en la plaza más importante del mundo. Se discutirá si se la mereció o no. A mí plin. ¡Como si quieren operar al primero que cortó un peludo apéndice para denigración de esta fiesta!. Lo importante fue como estuvo el pequeño torero. El toro bueno, repetidor, con nervio, llegando al tendido. Por el izquierdo no iba bien. Era malo. Nos lo dejó ver. Por el derecho repetía la embestida. El manito que lo vio y se puso a instrumentarle un ramillete de muletazos con trascendencia al público, que le pidió la oreja. En ocasiones se aturrullaba pegando muletazos, pero era que se ponía nervioso porque veía el triunfo cerca. Resolvió bien con la espada. Con el primero, sobrero, le costó acoplarse no siendo malo el animal. Resolvió también bien con la espada y con sus ganas.

 

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