MADRID. FERIA DE SAN ISIDRO 2015. TOROS DE PARTIDO DE RESINA,
PARA EDUARDO GALLO, SEBASTIAN RITTER, Y RAFAEL CERRO.PARTIDO DE RESINA, UNA IRREPROCHABLE MANSADA.Por Agustín HervásOnda Cero Radio.
Toro de piedra de Paco Rodríguez
Cuando Jaime de Pablo Romero vendió el ganado y el hierro que
de toda la vida había pertenecido a su familia (Los Pablo Romero), no vendió
con ellos el algoritmo de la bravura, esa sustancia tan etérea que le da ritmo
y emoción a una embestida, y que hace reventar una plaza de toros. Jaime es un
tío listo. Vendió lo que le arruinaba, y se quedó con lo que le hará crecer.
Imposible por tanto que José Luis Algora, representante y
veterinario de la casa Partido de Resina, encuentre el misterio de la casta en
esta sangre, porque eso no se vendió y no es fácil encontrarla si solo se miden
razones económicas, o técnicas, para obtenerla. Lo que Jaime se quedó fue, el
misterio y el duende. Por eso los toros de esta tarde en Las Ventas, de buena
presentación, salvo el último y el
primero, aplaudidos todos de salida, han tenido también una irreprochable
mansedumbre, pues todo lo que hacían era de libro. Sepan ustedes que en las
ganadería señeras también existe un libro de la mansedumbre para anotar todo lo
que los toros hacen que no debe estar anotado en el libro de la bravura.
Repuchándose en los caballos, cuando no se salían sueltos, o pegando arreones,
o apretando con un pitón y las caras por los cielos. En banderillas mirando las
hombreras de los banderilleros, cuando no les querían quitar las cabezas, o
embistiendo en dos velocidades. Y claro en la muleta, cortando viajes, saliendo
de la suerte mirando por encima del palillo. Parándose o yéndose a tablas que
era ya la nota final que había que ponerle a los cárdenos. ¡Ya digo,
irreprochables mansos!
Con esto Eduardo Gallo anduvo voluntarioso en su primero y
quiso y no pudo en el cuarto.
Sebastián Ritter de Colombia, estuvo bastante entonado en el
segundo, haciendo cosas, con temple y valor, queriendo agradar. En el quinto no
tuvo material y estuvo agradable el niño. Con la espada anda muy mal, debe ser
castigado con pena de entrar a matar al carretón, día y noche hasta que le
salga sangre de la palma de la mano.
Rafael Cerro se equivocó con el tercero, se empeñó en dar los
primeros muletazos por arriba y maleó la franca embestida del toro, que terminó
por no admitir ni un muletazo más. Al sexto le arrea algunos muletazos con más
voluntad que eficacia ya que no tuvo material para ser juzgado. Otro que hay
que castigar en el carretón para aprender a matar.
¡Aquí paz y allí gloria!
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