17 abril 2011

LAS FUNDAS UN ASUNTO PENDIENTE

Por Agustín Hervás Onda Cero Radio


El asunto de las fundas, no bien tratado, y que cuando se trata se le da por los interesados una larga cambiada, queda irresoluto para las grandes ferias españolas. Los interesados, obviamente los ganaderos y los toreros, cuando se les pregunta, argumentan que evita costos innecesarios en la precaria situación de la cabaña brava, y los otros dicen que es un tema que ellos lo ven bien. En realidad el dudoso asunto de las fundas no deja de ser una manipulación. Convenga o no a los intereses de la fiesta, tengo serias dudas de que no sea UN FRAUDE. Manipular es operar con las manos. Sobar. Manosear. Intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en... el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares. Manejar alguien los negocios a su modo, o mezclarse en los ajenos. Son definiciones de la Academia de la Lengua, que dejan claro el sentido de la cosa.

El toro bravo por definición es un animal libre que tiene un manejo sutil debido a su condición. Por consiguiente todo lo que se le haga al toro bravo debe ir encaminado al objeto por el que se le cría respetando su esencia. Acciones como las sanitarias se entienden dentro del manejo, pero el asunto de las fundas se escapa al manejo y entra en la manipulación. Dicen algunos veterinarios que las fundas no afectan a la sustancia cornea y que es casual que desde su aparición los cuernos fracturados total o parcialmente durante la lidia hayan aumentado. Pero en la filosofía de respeto al toro bravo y a su crianza en libertad no parece ético que se le manipule para que sus astas no se estropeen, como excusa económica y o por preservar su integridad, justificación menos frecuente. En algunos artículos de este blog en temporadas anteriores se ha escrito sobre los procedimientos de esta manipulación y por ellos sabemos que es una manipulación traumática. Apartar al toro, encerrarlo en el mueco, anestesiarlo o someterlo a violenta fijación de la cabeza, imponer las distintas capas de la funda, atornillar. Y para quitárselas, otra violenta manipulación. El toro bravo no es un animal domestico. Luis Rivera, prestigioso veterinario genetista y llevador de la ganadería de San Miguel, opina que el manejo del animal no modifica la condición de la fiera. De manera que el manejo del toro no modifica su bravura, pero ciertamente se siembra la duda si con el persistente manejo, casi en domesticación, se tiende a quitarle al toro lo que le diferencia de uno para carne. Al aficionado no le vale la excusa económica pues a nadie se le obliga a ser ganadero. Se estropean toros en el campo a los ganderos, como se estropean yogourt a los yogourteros, y cada cual en sus libros contables sabe como anotar esas pérdidas.

La Asociación de Presidentes de Plazas de Toros, no se pronuncia al respecto, prefieren tener datos. Se lavan las manos. Por encima de la frialdad de la estadística, insisto, está el respeto al toro. En cualquier caso es prioritario que esta practica ya habitual en la ganadería brava, se estudie y se regule, que entretanto esto ocurra, se prohiba la actividad en la mayoría de las ganaderías y se permita solo en las que puedan servir de estudio. Todo ello en favor de ese animal que admiramos y que es sustento de esta fiesta. Otra cosa será quien le pone los cascabeles al gato... Interior o Cultura... pero esto da para otra reflexión.

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