JUAN MORA, UN ESPEJO.
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Hace ya muchos años, cuando un servidor hacía la que fue mi primera feria de Málaga para el diario La Tribuna de Marbella, recomendado por mi desaparecido amigo, Paco Urbano, definí el toreo de Juan Mora como de barroco, barroco por lo que entonces tenía de cargado y por las filigranas que asomaban al espejo del arte, pues de espejo también se le llamó a ese toreo, pero lleno de esencia. Entonces parecía que la persona era más solapadamente soberbia, quizás mas oscuramente engreída… algunos triunfos, nada esencialmente sonado y una larga carrera que se difumina entre las tinieblas del olvido… hasta que llega la humildad personal y profesional. Algunos aficionados siempre supimos que Juan Mora estaba ahí, pues nunca se retiró, y hoy sabemos que Juan Mora sigue aquí para servir de espejo a quien quiera, a quien quiera sentirse torero, a quien quiera aprender que este arte que se mama desde la cuna y brota en la sangre de los hombres buenos. Rescatar la torería era necesario en tiempos de vulgaridad, y Juan Mora lo ha hecho. Rescatar la eficacia era necesario en tiempos de tanto matarife y Juan Mora, acero vivo montado en la muleta, presto a llamar a la muerte, despenó a sus dos toros en un tris. Con cinco naturales y una soberbia estocada Juan Mora ha dicho el toreo esta tarde en Madrid. Naturales de gusto, naturales de esencia torera. Con cinco naturales y una estocada Juan Mora se ha abierto la puerta más importante del toreo. No soy de aplauso fácil, a dos toreros y a un novillero he aplaudido en mi vida, hoy después de la soberbia estocada, he aplaudido a Juan Mora. Todo ocurrió en un santiamén después de que el primer Torrealta le levantara los pies a Javier Palomar, de que manseara en los primeros tercios y de que en la muleta, esencialmente plana y mágica, se dejara con nobleza pero con sosería.Y le quedaba el jabonero cuarto, manejable, con el que anduvo con torería pero sin apreturas, las más de las veces descolocado, aunque por el pitón izquierdo la obra fue mejor pero sin la magia de la primera faena, y otra estocada esta vez contraria, y una cogida en el estertor de la muerte el toro, sin consecuencias graves, y otra oreja. Si los matarifes quisieran aprender, se fijarían en que Juan Mora hace las faenas con la espada de verdad para aprovechar el instante en que el toro le pida la muerte, o la faena lo requiera.
Después de esto parecía que la nada, y no, hubo más cosas y doy fe que más importantes si de naturales hablamos. Morenito de Aranda en el sexto toreó puramente al natural. Buenos, profundos, entregados, esenciales para definir el toreo. Por comparación con los cinco de Juan, mejores estos. En una tanda en la que la inspiración también fue fundamental, ligándolos con el molinete y el de pecho. Con los argumentos de los tres verbos: parar, mandar y templar. Con los verbos auxiliares de citar y cargar. Y los adornos y el toreo por bajo en el remate. ¡Lastima que le arreara un bajonazo! Con el tercero, sobrero, solo pudo estar voluntarioso pues el toro era tardo y de medias arrancadas.
El peor lote se lo llevó Curro Díaz que anduvo dispuesto y con buenas maneras en el rajado segundo, y firme con el parado quinto al que consiguió arrancarle dos derechazos y varios naturales de frente bastante aceptables. La estocada de premio.
¡Aquí paz y allí gloria!
FICHA:
Madrid. Plaza de Las Ventas. Tercera de la Feria de Otoño. Se han lidiado toros de Torrealta, correctamente presentados, el quinto muy bien presentado, serio. En líneas generales manejables. Y un sobrero de Martín Lorca corrido en tercer lugar, que fue tardo. Juan Mora, muy buena estocada, dos orejas. Estocada contraria, oreja. Curro Díaz, media buena, ovación que saluda. Estocada buena, oreja. Morenito de Aranda, media atravesada, silencio. Bajonazo perdiendo la muleta, oreja.
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