REDEFINIR LA BRAVURA
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Tribuna de Salamanca
En la pasada feria de Almería me surgió el titulo de este articulo porque en una de las tertulias de Onda Cero, un moderno planteamiento expuesto por Juan José de Torres, insigne aficionado al toro bravo de la capital almeriense, nos llevó a enzarzarnos en una acalorada discusión sobre la bravura. De Torres sostenía dentro de la modernidad imperante en la fiesta que no solo un toro es bravo en el caballo, sino que en la muleta, que es lo que crea arte y emoción, también. Otra variante de la discusión fue sobre toros encastados y mansos. Como el aficionado podrá entender y esa es una de las virtudes de la fiesta brava, la tauromaquia no es una ciencia exacta y está sujeta, por tanto, a diferentes criterios, siempre que estos estén bien fundamentados. Quiero remitir al lector a uno de mis artículos publicados el pasado mes de mayo que titulé UN TORO DE VUELTA AL RUEDO y en el que exponía criterios básicos para otorgar la vuelta al ruedo. Como consecuencia la vuelta al ruedo es por la bravura del animal.
En la fiesta de los toros no es bueno, y de ahí mis particulares cruzadas con mantener básicamente las tradiciones y admitir con puntualizaciones la modernidad en la lidia, estar redefiniendo conceptos: la suerte de varas de tres puyazos a dos, y de dos, a criterio del matador; de seis banderillas a cuatro o las que sean si el toro es manso o peligroso por tal de no hacerles pasar un mal rato a los banderilleros; de un toro emplearse en la muleta a "servir" y luego a ser bravo. Pero si por algo tenemos que luchar los aficionados es por no redefinir la bravura. Con esto hay que ser exigente porque la calidad debe buscarse con exigencia, no solamente en la definición del toro bravo sino en todas las partes del espectáculo que sería lo ideal.
Básicamente un toro puede ser encastado o manso y dentro de ahí un toro puede ser encastado en manso o encastado en bravo. Un toro puede ser manso manejable o peligroso. Después pongan ustedes los matices para ilustrar mejor y completar las definiciones. Pero no se olvide que la casta y la mansedumbre se califica en la suerte de varas y se completa con el resto de los tercios por eso en mi opinión sólo al final de la lidia podremos sentenciar la definitiva condición del animal. Ha sido bravo, ha sido manso y sus matices correspondientes.
Es vergonzoso admitir el camino de los hechos consumados en los tercios de la lidia. Porque ahora el monopuyazo impera, lo anormal es que un toro reciba dos varas y como esto no es admitido por el matador, a partir de ahora, (próximo reglamento de Andalucía, futuro de Castilla y León y los de Aragón y País Vasco), lo dejamos a él para que lo cambie cuando le convenga. Aún admitiendo que la corrida de toros no tiene porqué ser igual que un tentadero ya que ambos por definición y contenido son diferentes, en consecuencia se nos hurta a los aficionados la belleza de la suerte de varas autentica explosión de emoción de la fuerza, el ímpetu y la energía de la lucha de un toro bravo. Al fin todo se convierte en un trámite para llegar a la faena de muleta, por eso los tercios de banderillas solo son de lucimiento cuando estas se ponen de poder a poder y los profesionales se olvidan de que también existen los pares al sesgo, al cuarteo, de dentro a fuera, por dentro, al hilo de las tablas, según sea la condición del toro. En la faena de muleta la vulgaridad nos embarga de tal grado que se aplauden muletazos con el pico, circulares al estilo circense y naturales despegados echando los toros hacia fuera. Lo de la espada que es lo que determina la profesión de estos valientes hombres, matadores de toros, es para juzgado de guardia. Del capote les diré que desde que se retiró Curro Romero nadie sabe cogerlo y siendo así la cosa tampoco saben usarlo, tanto que puedo asegurar con un margen de error mínimo que los toreros en esta temporada sólo han toreado a la verónica de cincuenta tardes, dos. Lo demás, zarrapastrosas Chicuelinas y aliviadoras Tafalleras.
Admito la redefinición de muchos conceptos en la tauromaquia, con matices, pero si tocamos la Hostia Sagrada, esto ya no es misa ni es "na". Si tocamos la bravura despreciando los dos primeros tercios, díganme ganaderos: ¿Para qué misa crían ustedes ganado? y en realidad, ¿para qué crían toros pudiendo criar becerros?. ¿Verdad que entonces ya no serían corridas de toros? ¡Cuánto cambiaría esta fiesta si quienes mandaran fueran los ganaderos!
26 octubre 2005
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