LA ECONOMIA DE LA LIDIA
Por Agustín Hervás
Recientemente he sabido que la Junta de Castilla y León ha posibilitado que se celebrara el primer curso de delegados gubernativos que son los que se encargan de auxiliar al presidente en la dirección y regulación de los festejos taurinos y a colación de esto se me ocurre una reflexión que tiene que ver con la sensibilidad de nuestra fiesta, ahora que tanto queremos defenderla, y sobre la interpretación del reglamento. Lo de la sensibilidad se parece a un termino acuñado en la década de los ochenta por mi amigo Carlos Crivell que llamó "humanización de la fiesta" al terrible asunto del afeitado y que yo me permito ampliarlo a otras acciones que en contra de este bello animal se cometen.
A lo largo de la historia de la tauromaquia se terminó por humanizar al caballo de picar que de saliendo sólo con un petucho insignificante por protección, ha terminado forrado con antiestéticos manguitos y luego pantalones. Se terminó por humanizar al torero practicando el afeitado ad libitum y sin embargo la humanización del toro aún no se ha instaurado. Sólo cuando un animal se parte una pata o una mano el publico se sensibiliza y el presidente lo larga al corral antirreglamentariamente. Se legislaron los avisos para evitar el escarnio del animal ante un zoquete torero que no acierta con el descabello.
Tal y como están las cosas en nuestra fiesta de los dolores, y tal y como se interpretan por parte de las presidencias los reglamentos, sería bueno que en estos cursos que con "tanta afición" proponen las administraciones con el fin añadido de justificar sus burladeros en los callejones de las plazas de toros, que se enseñara también a los delegados y a los presidentes a humanizarse y sensibilizarse con el toro y a que cuando un torero se obstine con el descabello, le libre al animal de pasar ese cáliz y lo devuelva a los corrales y de paso nos libre a los aficionados de tan denigrante espectáculo para llenar al torero de vergüenza, en caso de tenerla, por ser tan pincha uvas en una profesión que aún se denomina la de matador de toros. Lo mismo debería hacerse con la suerte de varas que aunque debe ser tema tratado a parte, cuando se practique mal y a pesar del matador, el presidente debería cambiar el tercio como castigo a la iniquidad con que los matadores permiten tal atropello contra el toro. ¡Ojalá! Que Francisco Javier Muriel, el nuevo presidente de La Glorieta sea una persona sensible y se comporte de una forma humanizada con el toro y el espectador, que en estos días son los dos elementos necesarios de proteger porque el torero ya se protege solo.
Esto que sugiero más arriba y que en mentes privilegiadas puede suscitar sonrisa y una opción de siquiatra tiene mucho que ver con la economía de la lidia si por ello entendemos una forma de ahorrar. Ahorrar padecimiento al espectador, ahorrar dignidad al animal, ahorrar tiempo y lo más importante vergüenza torera. La economía de la lidia no es sólo, por tanto, un termino aplicable a lo que muchos taurinos erróneamente vienen diciendo. A saber: la economía de la lidia tiene que ver con dar capotazos innecesarios a los toros.
Entremos en la materia. Muchos taurinos entre ellos el hijo del ganadero Victorino Martín piensan que a los toros no hay que darles capotazos innecesarios para no robarles muletazos. Error. Un capotazo no es un muletazo menos. La aplicación de la economía del capotazo no tiene sentido cuando un toro es bravo pues a este nada de lo que se le haga le sobra ni le falta ya que es el animal el que determina el dinamismo de la lidia. A un toro descastado si hay que aplicarle la economía de la lidia no porque dándole más capotazos se le roben muletazos, sino porque el animal se avisará más y pondrá al torero más difícil su lidia, y cuando esto ocurre nuestra intención de ternura para con los coletas se hace manifiesta diciendo que el toro es a contra estilo del torero. Otro error.
En realidad la mayor parte de los aficionados que usan ese termino lo que quieren decir es que un torero está pegando un petardo: "tiene un toro a contra estilo" por, qué torero más malo. Pero claro si esto se dice, al que se lo oyen lo tildan de "terrorista taurino".
El toro nunca es a contra estilo, es el torero al que los aficionados encuadramos para poder soportar su levedad en estilos diferentes. Por eso es error fabricar toros para estilos diferentes, recuerden aquella memez que dijo Juan Pedro Domecq de los toros artistas. Debemos criar toros para la fiesta y debemos tener toreros que puedan con ellos o no, con más estilo, con menos, con más arte, con menos, con más técnica, con menos, pero sobre todo toreros con oficio para satisfacer a todos los públicos.
¿Ha tenido alguna vez Enrique Ponce toros a contra estilo? No. ¿Los ha tenido Javier Conde? No. Sin embargo el oficio y la técnica de Ponce está por encima de la pinturería, por no llamarlo de otra forma, de Conde. El toro ha salido lo mismo para un torero que para otro es la capacidad para resolver lo que determina la acción del torero.
Para terminar, ¿le salían a Curro Romero toros a contra estilo? No. La inteligencia de Curro se sobreponía al termino. O le gustaba un toro o no. Cuando le gustaba ardía la plaza y cuando no, se quemaba, pero a contra estilo nunca. Las cornadas que tiene Curro no han sido de toros a contra estilo, sino de toros bravos.
04 mayo 2005
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