20 mayo 2005

UN TORO DE VUELTA AL RUEDO

TORO BRAVO, TORO DE VUELTA AL RUEDO
Por Agustín Hervás
Onda CEro Radio

Cuando escribo este articulo Cesar Rincón ha salido por la puerta de Madrid en hombros. Los que ya lo habíamos visto el pasado año en Sevilla sabíamos que esto estaba al caer y ¡olé! Pero aún de lo interesante de la corrida de Alcurrucen, mejor cuarto y quinto, de lo importante de la del Pilar, todos menos uno, y de los dos novillos de Fuente Ymbro, la feria en cuanto a ganado deja mucho que desear, incluyendo y esto duele por ser de Salamanca, lo de Garcigrande.
Ya se sabe que el comportamiento del toro durante la lidia está sometido a la influencia del manejo de las cuadrillas y de la labor del matador, que no solo depende del carácter genético que heredó el animal y que llamamos bravura y que en realidad está influenciado por el instinto, el temperamento y el poder. Por cuanto temperamento un toro puede ser bronco o suave. Por poder hablamos de toros con pujanza. Por cuanto instinto las reacciones de defensa y de conservación que manifiesta el animal en mayor o menor medida.
En cualquier caso todos los aficionados y profesionales del toreo andamos a la búsqueda del toro bravo y no todo lo que se indulta por esas plazas de Dios tiene razón de ser. Pero tampoco tiene razón de ser que indultemos todo lo que embista a una muleta porque la bravura se manifiesta en el caballo y se desarrolla en toda la lidia. En esto de la bravura hay que ser exigente porque la calidad debe buscarse con exigencia por todas las partes del espectáculo.
El toro como animal bello debe ser armónico y proporcionado con una cornamenta bien desarrollada y no manipulada y todo su trapío estará englobado dentro de las características de su encaste.
Cuando el toro embiste debe hacerlo con prontitud y alegría, en primer lugar con la cara a media altura para humillarla en el momento de tomar el engaño. En la carrera no debe cortar el viaje y su embestida debe ser templada, con ritmo, sin hacer extraños. Nunca debe derrotar en los engaños motu propio, debe comérselos literalmente y repetir insistentemente.
De salida el toro debe hacerlo con alegría, no barbeará las tablas ni buscará la salida del ruedo. Si remata en tablas es una señal muy positiva que buscan muy a menudo los toreros.
Ante el picador el toro debe arrancarse de largo, con fijeza y con temple. Acudirá al caballo a contra querencia y al llegar al peto el animal echará la cara abajo y al sentir el palo se crecerá acometiendo más. Hará fuerza con los riñones y hasta levantará los cuartos traseros. No se saldrá de la suerte y hará sonar el estribo. Es importante que acuda al caballo reiteradas veces.
En banderillas también echará la cara abajo y no se dolerá queriéndose quitar los palos al sentirlos en el lomo, y perseguirá al banderillero con codicia al salir del par.
En la muleta el animal no debe buscar las tablas, no debe berrear y no debe cocear. Embestirá siempre por derecho, con ritmo y galope templado y a más sin desfallecer.
Hay una connotación que históricamente se ha determinado como falta de bravura y que creo debe ser justificada en favor del toro, la de no escarbar. Verán en el trance de la lidia no está bien visto que el animal escarbe, esto es síntoma de mansedumbre, sin embargo habrá que tener en cuenta que en su medio natural el animal para aliviarse el calor suele escarbar echándose tierra a los lomos. Pero en la lidia si no lo hace mucho mejor porque eso querrá decir que tiene los cinco sentidos puestos en la lucha.
La bravura es un bien tan preciado y escaso que hemos de valorarla, perseguirla y exigirla y que no vale condescender en su favor puesto que si no, como ya llevamos visto en este Isidro, de 54 toros sólo 9 han embestido. Preocupante ¿no?.

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