08 abril 2005

SE LES FUE LA HOYA

SE LES FUE LA HOYA
Por Agustín Hervás
A alguien en Valencia se le fue la hoya cuando le dieron la vuelta al ruedo al victorino. Tengo dicho que a pesar de lo que digan los taurinitos y El Niño de la Capea, al toro se le ve bravo en todos los tercios y es en el caballo donde se aprecia el mayor porcentaje de bravura, y después en la muleta confirmará o no. Pero no debemos olvidar las banderillas pues es en este tercio donde hay que ver la acometividad del animal y la calidad de su embestida. Esto que se supone es de libro de aficionado lo olvidamos en España, mientras los franceses se lo saben de memoria. ¡Así nos va!
He citado al Capea porque la historia de la ganadería brava española tiene aprendido que ningún torero ganadero ha satisfecho las ansias de bravura del aficionado y sí el toreo soñado del torero. Los toreros ganaderos crían toros para sus compañeros y si por ellos fuera los animales nacerían sin cuernos.
En cualquier caso no soy ajeno a que la bravura, como tantos otros conceptos del toreo, es difícilmente definible, pero sí hay un componente que la determina; la emoción. El toro bravo da emoción, el torero bueno, la transmite y ello lleva al espectador o a decantarse por el animal o por el hombre y sólo cuando ambos se ponen de acuerdo el espectador los encumbra. El victorino de Valencia fue encumbrado y Encabo también, pero la vuelta al ruedo al toro fue injusta y esta pudo reducir lo importante que estuvo el torero. Encabo estuvo por encima del toro, el toro no fue bravo. Así están bien las cosas si tenemos en cuenta que a los toreros hay que verlos en función del toro, ahora lo que falta es que sepamos ver los toros.
En un toro hay que tener en cuenta básicamente que la casta y la bravura determinan la ofensividad del animal y que el genio y la mansedumbre le llevan a defenderse. Se dice que un toro bravo embiste por abajo y que un toro con genio y manso embiste por arriba. El bravo en varas acomete y empuja al peto sin aspavientos y en los demás tercios humilla, es noble y tiene recorrido en las embestidas. Hay una palabra que sintetiza todo ello, un toro es bravo cuando en todos los tercios demuestra fijeza en sus embestidas. Pero un toro que tenga fijeza pero que no tenga fuerza es como el que tiene un tío en Graná que no tiene tío ni tiene na.
Quiero recordar ahora la injusticia que el publico de Madrid, ese repeinado que acude a la plaza a pasear a la mujer emperifollada, cometió contra Cesar Rincón la pasada feria de San Isidro. Se pusieron de parte de un toro de Torrestrella. Pero también, los mismos seres humanos se pusieron nueve años antes de parte de otro toro de Baltasar Ibán y el torero afectado era el mismo Rincón. Ninguno de los dos toros fue bravo, el bravo, como dice mi amigo Juan José de Torres, fue el torero. Aquellos bichos, no tenían fijeza, desparramaban la vista, no tenían recorrido, llegaban a la muleta pero no se iban.
¡Qué bueno sería tener imágenes montadas en las tertulias que se dan después de cada corrida, descubriríamos muchas cosas y como consecuencia si sabemos o no de toros!

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