DE BURLADERO
"Normalmente, somos nosotros quienes hacemos kilómetros para venir a veros. Hoy, sois vosotros quienes subís a París". Con estas palabras, Dominique Coubes, director artistique del Théâtre du Gymnase Marie Bell y aficionado de larga data, resumió perfectamente la velada del 2 de diciembre. Durante la pausa invernal en Francia, fue en París donde el mundo taurino se reunió para celebrar a los profesionales y actores clave de la tauromaquia.
"El cine tiene sus César, el teatro sus Molière, la música sus Victoires", recordó en su introducción el actor Arnaud Agnel, destacando que hasta ahora la tauromaquia no contaba con un reconocimiento similar: así nacieron los Brindis de Oro.
Una velada de acción y reconocimiento
Tras los desafíos afrontados por el sector, era hora de pasar a la acción. Con las plazas llenándose de nuevo, el momento de capitalizar esta dinámica había llegado, incluso a 800 kilómetros de las principales arenas de Francia. Aunque la taquilla estuvo a punto de colgar el cartel de “No hay billetes”, la gala se celebró frente a 600 personas.
Los asistentes, vestidos de gala, fueron testigos del desfile en el escenario de figuras del toreo, actores anónimos y aficionados incondicionales. Se pronunciaron discursos de verdad, emoción y apoyo, entre ellos los del senador del Gard, Laurent Burgoa, el presidente del Stade Toulousain, Didier Lacroix, el ostricultor Joël Dupuch, el chef Alain Dutournier y el director de cine Éric Lartigau. Pero, sobre todo, destacaron las intervenciones de Léa Vicens y Sébastien Castella, invitados de honor y primeros galardonados de la historia de los Brindis de Oro.
Un homenaje a quienes hacen vivir la tauromaquia.
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