Espartaco ha echado una buena temporada. Lo cierto es que
algunos se empeñan en negarle el pan y la sal pero Juan Antonio es un torero
capaz, se sabe el oficio a la perfección, emplea los trucos que tiene que
emplear y, claro, la gente no los nota pero yo sí: el pasito atrás, el pico de
la muleta, el cite perfilero, etc., etc.
Este torero ha terminado el primero en todo: en número de
corridas, número de orejas y ha terminado la temporada por encima de las cien
corridas de toros.
Roberto Domínguez ha llegado también a esa cifra.
Espartaco me gustó particularmente la primera vez que lo vi
esta temporada en Estepona. Se jugó la vida auténticamente con un imposible
toro de José Luis Osborne, parado, paradísimo, y sin embargo cogió la muleta,
arropó al toro, se metió entre los pitones y lo hizo embestir por derecho. Como
se comprenderá ese esfuerzo no necesitaba hacerlo en esa plaza.
Lo mismo le vi hacer en Málaga en la corrida de julio con un
cariavacado toro de Andrés Garzón y una tercera vez en la feria de agosto en
una polémica corrida estuvo con honradez, poderío, señorío y principios de
torero grande. El toro fue del Marqués de Ruchena. Imposible por peligroso, de
los que se paran a mitad del viaje y dejan al torero descubierto completamente
y una de dos, o se mueve el torero o el toro de un derrote te empitona.
El planteamiento de la faena fue correcto. Probó el toro en
el tercio y se lo sacó poco a poco a los medios. El torero comunicaba al
público con ostensibles movimientos de cabeza las dificultades del toro. Rafael
Moreno, su apoderado, le pedía desde el callejón que lo matara y el torero con
un gesto con la mano lo mandó a tomar viento fresco y Espartaco se dispuso a
enfrentarse con aquel toro difícil y peligroso.
Se quedó en el sitio. Le tragó una barbaridad, le tapó bien
el pitón contrario y lo embebió en los vuelos de la muleta. El toro se quedaba,
le aguantaba y después de aquello toda la crítica dijimos que Rafael Moreno no
sabía qué torero llevaba, en realidad si lo sabía pero lo que no podía ser era
hacer aquellas faenas siempre pues no se pueden aguantar más de una o dos en la
temporada. Espartaco era y es ante todo un hombre.
Creo que eso fue un gesto de Espartaco para que no le
hicieran culpable de la polémica que hubo en el sorteo.
A punto estuvo de no celebrarse la corrida y con el papel
acabado.
Los toros se enchiqueraron a las cinco de la tarde.
Ni la cuadrilla de Rafael de Paula, ni la de Aparicio, todos
capitaneados por Rafael Moreno, querían matar los toros de Ruchena que habían
llegado a Málaga para otra corrida y que no estaban afeitados. Había sido rechazada
la corrida de Manuel San Román.
Como quiera que todo estuvo a la luz pública porque la prensa
contamos todo minuto a minuto, la gente se molestó. Todos los profesionales
perdieron los papeles y la corrida estuvo a punto de suspenderse. Al cabo de un
tiempo los veterinarios y el presidente pactaron admitir algunos toros de San
Román. Al final se dio con toros de San Román, de Ruchena y de Benítez Cubero.
Al de Espartinas, a punto de hacer el paseíllo algunos
espectadores de sol lo abuchearon.
A Málaga hay venir a darlo todo como si fuera una gran plaza
de primera, pues el toro que se lidia aquí tiene importancia.
Roberto Domínguez no me ha gustado nada en esta temporada de
1990 en ninguna de las plazas de la provincia de Málaga. Solo un toro en la
Malagueta y porque se iba de vacío.
Ha estado cicatero, mal toreando y mal enseñando a los toros
para que el público no los viera. Ni en Antequera donde es muy difícil no
triunfar gustó.
No pudo con la tercera corrida concurso de Ronda. Todos los
planteamientos de faena los equivocó, solo tuvo algunos detalles de pinturería
pero nada significativo.
Joselito, José Miguel Arroyo que en las estadísticas ha
quedado el tercero, ahora está haciendo la mili, ha hecho muy digna campaña y
en Málaga ha vuelto a triunfar. Este torero ha calado fuerte en el corazón de
los malagueños. En Málaga tomó la alternativa y de aquí no sale sin un triunfo
por tarde. Siempre se ha justificado en Málaga, en Fuengirola, en Ronda y en
Antequera.
Me gustó particularmente con un toro de Marcos Núñez, “colorao”,
chiquito, como toda la corrida pero por el que nadie daba un duro y el madrileño
se dobló con él en el tercio y lo sacó a los medios realizándole una faena
redonda llena de temple y de armonía, con ese relajo personalísimo que tiene
este torero que parece como si no estuviera haciendo nada y en realidad lo está
haciendo todo, y él lo sabe porque cuando termina las series se sonríe.
Pepe Luis Martín no ha tenido demasiada suerte. Ha toreado
tres veces en Madrid, estando dos de ellas muy bien pero fallando con la
espada. En Málaga no me gustó. Temo que a este torero le pase como a tantos
otros toreros malagueños, que han tenido la moneda pero no pudieron cambiarla. ¡Ojalá
me equivoque!
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