LA TASA TOBIN DEL TOREO
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
He leído que Pablo Chopera ha dicho que el futuro de la fiesta peligra, en referencia al embrollado asunto de los derechos de imagen de las figuras. Y a lo peor lleva razón. Yo añadiría, que peligra la fiesta que tenemos ahora, y que visto lo visto, quizás seria mejor que entráramos en un nuevo orden estructural.
Podemos imaginar por un momento que Digital Plus televisara Valencia, Sevilla y Madrid, con carteles compuestos por toreros a partir de la duodécima posición de la tabla, boicoteando a las figuritas, que supuestamente todo el mundo quiere ver.
Es cosa conocida que el que se mueve no sale en la foto, y por consiguiente si no sales en la televisión no existes. Las figuras lo saben igual que saben que, no siendo José Tomás, no llenan, y si no llenan, no cobran, no los llaman, por mucho que sus triunfos sean apoteósicos en Almería, Olivenza, o Calasparra, por un poner.
Es el orden que ha impuesto Molés, de manera que a tragar con el convencimiento de que el pulso podría romperse por ellos. La televisión es la fama, y la fama es el caché de los toreros.
Otra cosa es que el canal de pago, no la corrida o la feria de pago, no funcione. Mantener una programación de interés necesita mucha producción propia y servirse de material enlatado minimiza el costalazo. Y es por eso por los reiterados pases de las corridas grabadas por lo que se molestan también las figuras.
Otra lucha es la mediocridad de las transmisiones de algunas televisiones autonómicas. Las figuras piden calidad, y son ellos los principales encargados de ofrecer esa calidad cuando torean.
Es razonable que las televisiones negocien con los empresarios. Ellos montan, ellos arriesgan. Ellos ganan o pierden.
También es razonable que los toreros manden en su imagen, a la que por otra parte ha contribuido la televisión.
Hagamos pues la cosas razonablemente, ya que todos nos necesitamos.
La televisión negocia las ferias con el empresario. Los toreros advertidos de que van a ser televisados, aceptan el contrato, o no, y para que nadie se mosquee los derechos de televisión que serán iguales para la imagen de todos los toreros intervinientes, descontado el importe que han de dar los empresarios a sus arrendadores, pasan a un fondo de garantía que administra el Ministerio de Cultura para fomento de la fiesta.
Esto es como si fuera la Tasa Tobin del toreo, que se aplicaría a las transacciones de la imagen, de la que ni los toreros ni las empresas se benefician económicamente pero por la que todos ganarían. El torero por imagen, el empresario por prestigio. El aficionado por estar servido de lo mejor, y el toreo porque cuenta con un dinero para promocionar la fiesta.
De esta forma Pablo Chopera no se preocuparía porque la fiesta peligre. All Sport Media tendría que buscarse otro trabajo, o servir de intermediario para cobrar la tasa. Por supuesto que estos chicos de All Sport podrían seguir exigiendo condiciones de retransmisión cualitativas (calidad de lo que se televisa) y cuantitativas (cantidad de veces que se pasa). Los nuevos empresarios de Madrid, Matilla, Choperitas y Casas no verán morirse la fiesta. Las televisiones privadas, autonómicas, locales y públicas contribuirían al beneficio de todos, no de unos pocos. Los empresarios franceses no tendrían que reducir honorarios a nadie, y la Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos podría pensar ya en trabajar sus ferias y darle una alegría al francés para que presente los carteles de Valencia, que ya va tarde.
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