Alumnos de la Escuela Taurina de Málaga al final de los años ochenta. Al fondo casi sin vérsele la cara el padre. En primer termino los hijos de Vega.
A cabo de enterarme de la muerte de un patriarca, de un aficionado integro, de un hombre cabal y de un torero de la vida. Francisco Vega, al que conocí en la prehistoria de la Escuela Taurina de Málaga, fue un luchador nato y un buen fajador. Se desvivió por sus hijos a los que transmitió la afición por el toro y a los que supo educar sin el manto de una madre a la que perdieron en octubre de 1991. Su lugar en el mundo quedó satisfecho porque de aquellos aficionados, hoy, Carlos, Jorge, Curro y Alberto Vega están en el toro, y el iris de sus ojos es la única matadora de toros en activo, Mari Paz Vega. Como en esta foto, de tapadillo, sirvió al toreo, y de tapadillo se ha ido de entre nosotros a sembrar de afición el ruedo de los cielos.
¡Descansa en paz Paco, descansa en paz!
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