La Plaza de Acho
Por Ángel Parra Guzmán Habiendo quedado aparentemente agotado el debate sobre la antigüedad de las Plazas de Toros en el mundo, en el que se han recibido importantísimos aportes, reenviamos incluyendo los aportes recibidos, que consideramos invalorables, nuestro comentario que originara la participación dentro de un bello y alturado debate de aficionados de todo el mundo. Ojalá se encuentren nuevos aportes que nos permitan ampliar aún más esta información, que de momento, salvo mejor parecer, pareciera quedar de la siguiente manera... El Perú posee una larga tradición taurina, la misma que se inicia el año 1535 cuando según nos narra el insigne escritor y tradicionista Don Ricardo Palma, el Marqués Don Francisco Pizarro mató y alanceó un toro a caballo en la Plaza Mayor de Lima. Desde entonces no hubo acontecimiento que no fue se festejado con una Corrida de Toros en las que era costumbre realizar hermosos despejes previos, siendo la mayoría de ellos de connotación militar o política. En 1760 Don Cristóbal de Vargas inició la construcción al pie del cerro San Cristóbal y a orillas del río Rímac de la Plaza de Toros de Acho. Había recibido el encargo de Don Agustín Hipólito de Landaburu y Rivera, por órdenes del Virrey Don Manuel de Amat y Juniet, tomando su nombre del vocablo Hacho término con el que en la colonia se denominaba a las extensiones de terreno ubicados en desniveles de mayor altura. La Plaza de Toros de Acho se convertiría en una de las más bellas y de más solera del mundo, además de ser en la actualidad la más antigua de Sudamérica y la séptima en antigüedad en el mundo, antecediéndola únicamente las de: Santa Cruz de Múdela (1641); Cañadas de Obregón, hoy Plaza Rodolfo Gaona (Jalisco-México / 1681); Bejar de Salamanca (1711); Campofrío de Huelva (1717); Almadén de Ciudad Real (1750); Real Maestranza de Sevilla (1761); y Zaragoza (1764). Es posterior a la Plaza de Lima la de Ronda inaugurada el año 1785. Es muy importante señalar que este nuevo ordenamiento cronológico data del mes de octubre de 1998 debiéndose a un debate suscitado en el Circuito Mundo Taurino del aficionado Stanley Conrad que agrupa tres mil setecientos aficionados en diferentes países del mundo a través del Internet y en donde participaron importantes periodistas taurinos especializados de España, Francia, Estados Unidos, México, Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú, tomándose como punto de partida un artículo escrito por el autor de éstas líneas, un estudio realizado por el aficionado señor Arturo Díaz en San Diego California, y los nuevos datos aportados recién durante el año 1995 por la colección Espasa Calpé (José María de Cosío edición 1995, Capítulo 9 página 611) que confirman la antigüedad de la Plaza de Cañadas en México y que continúa en vigencia con un aforo para mil personas en promedio. Durante sus primeros ciento cincuenta años el ruedo de la Plaza de Acho fue muy amplio para que pudiera servir especialmente en los despejes militares. Medía cerca de 92 metros de diámetro y las filas del tendido tenían de siete a ocho gradas, rematadas con las Galerías o Palcos Altos El ruedo tenía forma de octágono, no tenía callejón y sus burladeros estaban
situados a todo el rededor del ruedo. Las filas del tendido tenían
de siete a ocho gradas, rematadas con las galerías o palcos altos. El maderamen de la primera plaza, incluyendo su preciosa arquería, corona los tendidos de la actual y remozada Plaza de Acho, otorgándole excepcional belleza y personalidad arquitectónica. Al centro del ruedo existía un "templador", especie de jaula que servía de burladero y un asta de bandera que ondeaba en el mismo centro. El palco presidencial, muy diferente al que apreciamos en la Plaza hoy en nuestros días, y similar al que existe en la actualidad en la Maestranza de Maracay, coronaba lo que podría ser la división entre los tendidos de Sol y de Sombra.
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