Desigual y descastada corrida de Dolores Aguirre que justificó así por qué no se la incluye todos los sanisidros. Ni por presentación, ni por casta, los de Dolores Aguirre tienen cabida en esta feria. A veces los administradores de esta plaza de toros olvidan que es la primera plaza del mundo, y la consienten como una plaza de tercera. El nombre, la dureza o la fama de un hierro no posibilitan la inclusión en Las Ventas.
En este panorama de descaste generalizado hubo un torero, Juan de Castilla, que dio una vuelta al ruedo por sus santos güevos, dicho esto, no con demérito, sino con admiración, al ser cogido por el tercer toro de la tarde y dejarle al descubierto sus partes pudendas. De Castilla, recompuesto el desastre de la taleguilla con un pantalón corto, volvió a la cara del animal a robarle muletazos, a pelearse con el, y a matarlo de una estocada suelta perdiendo la muleta. Como el toro tardó en doblar, perdió las orejas. Pero la gesta estaba hecha. El toro, terciado, protestado "¡toros, toros!" fue manso casi de solemnidad en los tres tercios. En la muleta además tuvo peligro.
El sexto toro fue grande y viejo, mal picado, "¡picador, que malo eres!" que se salió de la suerte y que no se empleó. Cortó en palitroques y a la muleta llegó manseando, rajado, y sin pasar. Con voluntad anduvo el magullado Juan de Castilla que mató mal.
Abría el cartel el veterano y respetado en esta plaza, Fernando Robleño, a quien sacaron a saludar una vez roto el paseíllo.
Fue el primer toro uno grande, alto de agujas, que se dejó en varas manseando y que esperó en banderillas echando la cara arriba en los embroques. Quería irse de la muleta por el derecho, se dejó algo por el izquierdo, pero a la segunda tanda se fue de la suerte. Le anoté a Robleño una tanda buena por la izquierda, y anduvo entonado en la que dio por el pitón derecho, después solo pudo mostrar conocimiento y oficio ante las características del burel.
El cuarto estuvo bien presentado y con la cara arriba se dejó en varas y esperó en banderillas. Desarrolló peligro en la muleta. No pasaba. Robleño se puso, le saca varios muletazos que confundieron al personal, porque luego el toro se puso imposible y el madrileño tuvo que soportar algunos pitos de incomprensión. Bajonazo y tres descabellos.
Terciado fue segundo. Cumplió bien varas y se dejó sin excesos en banderillas. Por el derecho iba y venía, yendo a menos. Sin entregarse. Damián Castaño lo entendió bien y hasta llegó a gustarse en algunos muletazos. Voluntarioso que finiquitó con media baja.
El quinto fue aplaudido de salida por la presentación. Manseó en varas buscando la salida. Se dejó bien en banderillas y a la muleta llegó con un aire de manso encastado, que aparentó más interés del que en realidad tuvo porque las embestidas eran inciertas. Castaño estuvo muy decidido, sabiendo elegir los terrenos y la lidia, pero mató mal, de pinchazo y estocada atravesada y suelta.
Parte médico de Juan de Castilla: ‘dos heridas por asta de toro. Una sobre cresta iliaca posterior con una trayectoria de 15 cm. hacia delante que rodea cresta iliaca y alcanza espina iliaca antero superior y otra trayectoria superficial de 5 cm. hacia línea media. Otra en el pene con desgarro superficial. Es intervenido bajo anestesia local en la Enfermería de la plaza de toros’.
¡Aquí paz y allí gloria!
1 comentario:
Aunque se enfade nuestro común amigo Cintrano; prefiero a Castillas con ese casi ilidiable toro, que al Roca Rey haciendo carantoñas, fuera de cacho y con trucos a un Garcigrande sin nada dentro....
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