12 julio 2005

PAVANA PARA UNA PLAZA DIFUNTA

PAVANA PARA UNA PLAZA DIFUNTA
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio

... El que pisa la raya no encuentra su lugar.
Insomnios como túneles para probar la inconsistencia
de toda realidad; ...
Y de pronto no hay más.
Se rompieron los frascos.
Se astillaron las luces y los lápices.
Se desgarró el papel con la desgarradura que te desliza
en otro laberinto.
Todas las puertas son para salir...
(Olga Orozco de su poema Pavana para una Infanta Difunta dedicado a Alejandra Pizarnik)

La Pavana es una danza española, grave y seria y de movimientos pausados, como el toreo que además es rítmico. Lo que ocurre es que la gravedad y la seriedad de la fiesta no es sinónimo de tristeza. Algunos defensores del modernismo nos achacan a los defensores de la tradición, un sentido derrotista de la fiesta y confunden su modernismo con la decadencia de sus valores y no ven que en nuestra defensa va la modernidad de ella. La fiesta brava es alegre en su propia definición y grave en su esencia. ¿O no es así el carácter de lo español?
Que los manipuladores del toreo hayan convencido a los políticos andaluces y que puedan hacerlo con el resto de la casta política española, para mandar sobre los aficionados, lo veo como un terrible golpe de mano porque al aficionado se le está arrojando de su territorio que es el del derecho a consumir un espectáculo integro, y al gran publico en el que se escudan estos políticos para definir una fiesta no conflictiva, lo desheredan porque le están quitando el derecho a ser educados como buenos aficionados, no con el patrón común de un sistema, como pretende ser el nuevo reglamento que se pergeña en Andalucía, ventajista para el profesional y libertino para la esencia de la fiesta tan llena de ritos y de valores, si no con la virtud de saber elegir aquello que no solo le divierte sino que también le emociona.
Escribo esta Pavana porque me duele ver plazas de toros difuntas: por las decisiones de un puñado de políticos oidores sólo de los poderes fácticos taurinos que aconsejan el medio toro, faenas bullangueras y de pitiminí que culminen con muchos trofeos o mejor con muchos toros indultados para así no cortarles las orejas o matarlos bajo la teoría de la nueva sensibilidad europea. Pavana de tristeza porque las plazas de primera y de segunda categoría serán un cachondeo y las de tercera el hazme reír de la fiesta. Pretenden convertirlas en plazas para mofarse del publico displicente y verbenero cual payaso en circo de triste y agria sonrisa al que además le han robado la cartera. Pavana de llanto por difuntas porque cuando el nuevo reglamento andaluz, Dios no lo quiera en otras comunidades, le quite protagonismo al toro qué nos quedará que ver. ¿Porqué no ver el "toro – toro" o el César como verdadero Cesar?. Nos hurtareis la esencia pura de la bravura que es la casta emocionante en el toro y nos la daréis en el becerro, indultareis los becerros y nos haréis creer que sus embestidas son mejores que las de los toros de cinco hiervas. Nos haréis comulgar y tragar a un torero que torea como orquesta de feria diciendo que es mejor que uno que lo hace como concierto de Serrat. Y quizás nos lo haréis creer todo del revés cuando pongáis a vuestros amigos en la presidencia y conservéis a los mismos asesores tan amantes de la torería y tan críticos con el toro.
Escribo una Pavana de llanto y vergüenza por la deshonra de las plazas cuando vea a un veterinario despojado de su esencia que no es otra que la de servir a la integridad del toro. Pavana de imparcialidad y desprotección hacia el ignorante publico que se traga todo lo que le echen porque no tiene criterio formado ni queréis que lo tenga, para evitar conflictos, ofreciéndoles un espectáculo de toros que le interesa: a los politicuchos incapaces de defender lo propio para que Europa no les tire de las orejas y para poder distraer a los viejecitos llevándolos en comandita a las localidades que nadie solicita; le interesa al empresariado que come, aunque también les dé de comer en las suyas, de las manos de las administraciones aún cuando hiera la de los verdaderos aficionados que serán, aunque conflictivos, los que mantendrán viva la llama del interés por la tauromaquia. Veré en las plazas difuntas animales indultados sin merecimiento sólo por el hecho de darse los ganaderos y los toreros publicidad. No es mas respetada la plaza en la que se han indultado más toros y tampoco por esos indultos hay hoy más toros bravos en la cabaña.
La casta es un preciado tesoro que cada ganadero guarda con mucho celo. Ahora queremos demeritarla con tanto indulto.
Recomiendo la lectura de este articulo oyendo la Pavana para una Infanta Difunta de Maurice Ravel. Es con el tañer de esta música, cuando puede entenderse, en la dimensión de un sentimiento herido, lo difuntas que llegan a nuestros días nuestras plazas de toros... y nuestra fiesta.

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