Paco Ojeda fue uno de los toreros más vitoreados por El Diamante Rubio. Su suegro y apoderado José Luis Marca, siempre "atendía" muy bien al bohemio granadino.
YO CONOCÍ AL DIAMANTE RUBIO
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Se acercó a mí, me tocó con una gancha de las del puñado de ellas que llevaba al brazo, para complemento de los posibles diarios que se buscaba. Lo conocí, pero no era mi amigo. Supe de él, como tanta gente del toro, pero nadie profundizó en él. Su historia está en las redes, como en las revistas taurinas de la época, y cuando murió, nadie le echó de menos porque a nadie tenía en este jodido mundo.
.- Esta es pa ti, jefe... La voluntad na má y si no, la gracia...
Y no se la compré, le salió mejor cuenta así, porque ganó y no perdió la gancha.
.- Toma, (le largué un billete de 1000), esta es mi voluntad, pero no me debes nada, ni las gracias. Que hoy haya suerte y muchas orejas.
Luego nos volvimos a ver en un montón de plazas, hoteles y patios de cuadrillas, y nos bastaba un buenos días o un buenas tardes.
No sé si alguna vez llegó a enterarse de que yo era un plumilla. Igual no le hubiera importado, como tantas otras cosas no le importaban a este insigne granadino, como la de vivir pidiendo, pidiendo aplausos para los toreros y “esa composisión” musical para amenizar la faena. Vivir de claqué.
Era la feria de Málaga del 94. Como casi siempre una feria llena de luces y de sombras pero cuya plaza escalaba puestos en el respeto de la afición y de la profesión, a pesar de algunos periodistas “ sobrecogidos ” y algunos taurinos rencorosos a una autoridad que hacia lo imposible por imprimir respeto en un coso que había adquirido su mejor fama en una feria pasada denominada por el periodista Joaquín Jesús Gordillo, del “chanquete”.
En aquella feria tomó la alternativa Juan José Trujillo. José Luis Moreno salió por la puerta grande, igual que Javier Conde tras una tarde accidentada en los corrales y en la plaza. Los toros de Buendía defraudaron a la afición y a los toreros. Pero a Espartaco se le dio bien. Fue su mejor feria en la capital de la Costa del Sol, cortó tres orejas y se ganó el respeto de mucha gente en Málaga.
Aún vivía Vicente Zabala (Vicentón) y fueron varias las tardes que nos bajábamos juntos a la plaza, él saliendo del hotel Los Naranjos dónde se hospedaba los días de feria, y yo viniendo de buscar aparcamiento por los alrededores.
En esos días del mes de agosto de 1994 en el Puerto de Santa María, Ortega Cano le hizo un faenón a un toro de Bohórquez. Y en Sevilla Pepín Liria debutó con éxito.
Aquel mes de agosto fue tranquilo y caluroso. Los pueblos de España celebraban sus ferias con toros y el final del mes llegó con la noticia de que el IRA Provisional declaraba el alto el fuego.
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