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En este número de Aplausos, el ínclito Salvador Pascual, dueño en aquellas fechas de la revista, arremetía contra Francisco Ortíz, policía, que presidió en Antequera, y que colaboró con José Luis Fernández Torres en la dignificación de la Malagueta. También arremetía duro, en contra de Rafael Mellado, un aficionado de reconocido prestigio y excelente analista taurino, que siempre defendió desde cualquier tribuna que ocupara, los intereses del aficionado... ya era irreparable el daño que se estaba haciendo a la tauromaquia en Málaga, y cada vez era más evidente de que los conspicuos mamamelones estaban al lado de los taurinitos, toreritos y ganaduros... si lo piensan bien, aquellas alianzas, corriendo el tiempo, nos trajeron los padecimientos actuales. Cuando se levanta la mano (la mano dura e irreprochable la significaba la autoridad policial en los palcos) el pueblo se cree con más derechos que obligaciones y piensa (pueblo, aquí, es público taurino) que todo vale.


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